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—Estás comprometido. —Y esa fue la frase que arruinó mi vida.

—¿Qué? —Fue lo único que pude decir en ese momento.

—Dentro de un mes y veintiocho días te casarás, en dos semanas conocerás a tu prometido.

Esa fue mi sentencia de muerte.

Tal y como dijo mi madre, a las dos semanas conocí al que sería mi marido y cuarenta y cuatro días más tarde nos casamos

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Tal y como dijo mi madre, a las dos semanas conocí al que sería mi marido y cuarenta y cuatro días más tarde nos casamos. La boda más grande y más hablada en cinco décadas.

A partir de ese día solo he sido otra decoración de las mil en este palacio, pero con el tiempo me he acostumbrado. Me he acostumbrado a ser ese fantasma que vaga por los pasillos sin un lugar concreto a donde ir.

Escucho a las sirvientas decir que tan descuidado me he vuelto, como he empeorado desde ese maldito día, de como mi supuesto esposo hace más de seis meses no duerme en nuestra cama y pasa el tiempo encerrado en el despacho real para no tener que verme ni tratar conmigo, así ha sido desde el principio y así será siempre.

El día que nos conocimos fue como cualquier otro menos por el hecho de que no dormí en toda la noche, y eso mis seis doncellas lo notaron:

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El día que nos conocimos fue como cualquier otro menos por el hecho de que no dormí en toda la noche, y eso mis seis doncellas lo notaron:

—Señorito Aren, tiene sombras debajo de los ojos, debería dormir más y mejor, podemos prepararle algo si no puede dormir. —Se ofreció la mujer de la que aún no conocía su nombre y a día de hoy se que se llamaba Niren.

Mi madre me quitó todas mis doncellas reemplazando las por otras que seguían sus órdenes porque según mi madre decía, les había lavado el cerebro y quizás podrían ayudarme a escapar aunque en ningún momento se me pasó esa idea por la cabeza. Sabía a ciencia cierta que si lo intentaba todo empeoraría y me acabé resignando. A pesar de eso, mi madre fue un paso por delante, condicionando totalmente a mi persona sin ninguna escapatoria.

Las doncellas me vistieron lo mejor que pudieron pero mi madre llegó para revisar su trabajo y acabó cambiándome por completo. Con una camisa de color crema suave, pantalones granate y un chaleco del mismo color, pareciendo así un esmoquin incompleto, algo formal pero desenfadado

Queen's secretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora