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Volví a repetir lo mismo que el día que fui con Marcus al lago. Me puse a correr en línea recta, descalza, y con el viento en la cara, tanto que dolía. Los pies me dolían, las piernas me dolían, los brazos y la cara eran víctima de zarpadas de los árboles. 

No era un camino del todo echo. Estaba poco marcado debido a las pocas personas que cruzarían, o quizás no era producto de personas sino de animales que habrían abierto un pasillo entre la maleza. Un mal camino, por cierto. 

Cada vez era más fuerta. la voz, o más bien yo, me acercaba a ella y en cuanto entré al pequeño claro del lago que encontré la última vez, aquel con una cascada suave, paró de repente. 

Un silencio sepulcral hundió mi inconsciencia trayendo consigo mi sentido común. No se oía nada, solo el sonido del agua. Ni grillos, ni otros animales, ni el sonido de las hojas o los árboles moviéndose. Nada. 

La luna estaba en la posición exacta para iluminar todo el lago de tal manera que hacía parecer que la cascada era una fuente de plata líquida. Dándole un brillo que ni la corona del rey tenía. Era algo mucho más precioso que cualquier joya que nadie hubiera visto antes.

No sé si atreverme a decir que esa zona se veía mucho más bella de noche que no de día.

Ya no estaba la voz que cantaba pero mi voz interior me decía. No. No me decía, me gritaba que me bañara por muy fría o helada que pudiera estar. No opuse demasiada resistencia a sus reclamos.

Llevé mis manos a los botones del camisón y los deshice uno por uno. Cuando todos estaban fuera de su lugar el fino camisón de seda cayó al suelo sin hacer ningún ruido. 

Una vez desnudo me acerqué al lago y encontré unas rocas donde se podía entrar al agua sin rpoblemas y sin riesgo a caída. Me ayudé apoyando la mano en la más grande y estable que vi y hundí la punta de los dedos de los pies para probar la temperatura del agua. 

 Al contrario de todos mis pensamientos, el agua no estaba para nada fría sinó templada. 

Una vez tuve comprobada el agua me metí lentamente, sin prisas. Cuando tuve el agua ya en el cuello me di cuenta que no tocaba fondo.  Me desplacé hasta el centro del lago, floté un poco y decidí mantenerme como una estrella de mar en la superfície cerrando los ojos y relajándome como no había podido hacer en unos meses. 

Nos dispusimos a descansar después del largo viaje de tres días

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Nos dispusimos a descansar después del largo viaje de tres días. Estábamos cerca de nuestro destino, este sería, en principio, el último descanso. 

Montaron un campamento improvisado en un descampado cerca del camino. 

—Keith, ya está acabado —gritó alguien detrás del carruaje principal. 

—Vale, voy a mirar, ahora vuelvo, no os preocupéis. 

No esperé a que nadie respondiera y me metí dentro del bosque. 

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⏰ Última actualización: Jun 11, 2022 ⏰

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