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—Aren... —se oye detrás de la puerta del baño donde estaba encerrado.

Ya había parado de llorar.
Hacía ya un buen rato que estaba allí, la noción del tiempo era inmensurable dentro de ese cubículo. Seguramente mi madre había mandado a alguien a buscarme.

—Marcus, abre la puerta.

—¿M-Marcus? —logré tartamudear tragando el nudo de mi garganta. Me levanté de la taza del váter.

—Sí, ábreme la puerta.

Quité el seguro y la abrí tan rápido como pude. Le cogí de la muñeca y lo empujé dentro conmigo.
Marcus soltó un gritito de la impresión y yo me cercioné que no hubiera nadie más y que la puerta volvía a estar cerrada. En cuanto lo tuve todo asegurado me encaré a él y le di el abrazo más fuerte que mis brazos me permitieron.

—Cuanto tiempo, eh —saludó bromista correspondiendo al abrazo.

Habían pasado por lo menos tres meses desde la última vez que nos vimos, prácticamente desde que anunciaron mi compromiso. Rompí a llorar de nuevo.

—¿T-tu me has visto? —logré decir entre sollozos y sacudidas.

—Claro que sí. Estabas precioso, como supe que estarías.

La intensidad de mi llorera aumenta con cada palabra que sale de su boca. Jimin ríe levemente antes de volver a abrazarme.

—Y-yo n-no quiero e-esto.

—Lo sé. Todos lo sabemos, no todos tampoco, solo los que te conocemos lo suficiente —se dió a explicar acariciando mi espalda.

Empecé a coger grandes bocanadas de aire para tratar de calmar mi llanto. Supongo que funcionó porque al poco logré estabilizar mis emociones, las lágrimas ya no caían y la respiración se notaba tranquila.

—Tranquilízate un poco, tienes que salir.

—No, Marcus, no quiero.

—Lo entiendo, pero debes hacerlo —me miró con cariño.

No volví a decir nada, Marcus me comprendía. Lo sabía. Pero poco podía hacer para ayudarme.
Volví a coger aire y lo solté. Me sentía totalmente resignado.

—Vamos... —murmuró, tirando suavemente de mi brazo.

Volvimos al salón. Volvimos al epicentro de mi sufrimiento.

—¿De quién es ese regalo? —preguntó una de las tres chicas que supuestamente era prima de Izak

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—¿De quién es ese regalo? —preguntó una de las tres chicas que supuestamente era prima de Izak.

—Es mío —contestó Izak inesperadamente. La sala se quedó en silencio.— Este hay que abrirlo en privado.

—Uh~ —resonó en la sala.

Quiero irme. Quiero irme. Quiero irme.

—Cariño —sentí unos toquecitos en mi hombro. Era mi madre.

Queen's secretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora