4

5 0 0
                                    

Y efectivamente, iba a ser así.

El día de la coronació me lo volvió a demostrar. Estuvimos dos meses enteros practicando todas las tardes sin parar. Grande fue mi sorpresa al darme cuenta que para la segunda semana y media de matrimonio no iba a volver a pisar esa fría cama tan grande. 

Ese día tocaba probar-se el traje.

—Alteza, el sastre ha llegado, debe ir a probarse el traje —informó Marcus desde la puerta de la salita de té. 

—Que rápida. Vamos. 

Marcus me guió hasta la sala donde estaba la costurera con el sastre, también estaba mi madre con sus doncellas y el mayordomo. 

—Hola ¿Cómo has estado, hijo?

—Bien, mamá. Gracias —respondí de forma neutra.

—¿Si? ¿Sin mareos, ni vomitos, ni nada? —mi cuerpo se tensó automáticamente al oír tales insinuaciones.— Oh cariño, tranquilo. Ha sido la primera vez, no pasa nada. Ya habrà más oportunidades. 

Me acarició la espalda malinterpretando mi reacción. Suspiré cansado con mi propio pensamiento. 

''Eso nunca va a pasar, madre. Es imposible.''

Íbamos a esconderlo lo más posible, hasta el día que se hartse y empezase a traer médicos pesnsando que algo está fallando en nuestro intento de reproducción. Lo que nunca sabría es que nunca hubo, ni habrà intento. 

Mi subconsciente me reclamaba. Si hubieramos tenido sexo seguramente hubiera quedado embarazado; eso sería un ligamento eterno de Izak hacia mí, algo con que atarlo, y si las cosas hubieran continuado tal y como estaban ahora hubiera sido al menos una mínima esperanza de querer vivir, por algo, por alguien, sabiendo que necesitaría de mí y de mis cuidados. En esta situación yo era totalmente prescindible. 

—Alteza, súbase a la tarima, por favor —llamó mi atención. 

Hice lo pedido. Dejé mi cuerpo flotando en algún universo paralelo, en este, era el sastre y las doncellas quienes movían mi cuerpo. 

—¿Qué le parece?

—No es...

—Es perfecto —habló mi madre. No me lo estaban preguntando a mi

La estructura del traje era igual al del de la boda. Una camisa, el cinturón, la cola y los pantalones finos y sueltos. Esta vez, el color era parecido al turquesa combinando piezas en blanco, como la flor que crece por todo el reino. No se veía mal tampoco. 

—Irá a juego con la diadema de plata. 

¿Plata?

—Oh sí, Taehyung, me he olvidado decirte que Yoongi recomendó hacerte una diadema de plata ¿No es innovador? También ha querido agregarle un par de turquesas. 

Mi cara debía de ser un cuadro. 

¿Plata?

—El joyero le dijo que íbamos faltos de oro entonces decidió usar el oro en un colgante y la plata para la diadema —explicó mi madre.— ¿Te gustó el colgante? Aún no te lo he visto puesto. 

—Sí madre. Me gustó mucho, por eso no lo llevo, se ve tan bonito que no quisiera romperlo —fingí una sonrisa como supe mientras los ojos se me llenaban de lágrimas.— ¿Puedo quitarme ya esto? La hora de la biblioteca está por llegar. 

—Claro, quitárselo.

En poco y más estuve vestido como antes. 

—Vamos Marcus. 

Queen's secretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora