CAPÍTULO 3
Cuando estoy llegando arriba escucho mucho jaleo, así que supongo que serán mis queridos primos, sé que la pequeña tiene doce, pero Robert tiene dieciocho así que no debería de dar ningún problema. No sé qué les diré, algo como: soy vuestra prima desaparecida. Eso suena mal la verdad. Cuando estoy llegando al final de las escaleras, me encuentro con un pasillo muy largo a mi derecha llega hasta una puerta y en frente hay otras tres y a mi izquierda el pasillo sigue y hay unas cinco o seis puertas más, y si me giro las escaleras siguen, vaya casa, no me la esperaba tan grande. De repente oigo un ruido que viene de la primera puerta a la izquierda y sale una pelota rodando hacia a fuera. Detrás sale un chico, alto, pelo rubio, ojos claros, probablemente sea mi querido primo Robert. Va a por la pelota y pasa hacia delante sin hacerme mucho caso, pero cuando vuelve para entrar en la puerta, me mira y se queda algo perplejo, se ruboriza y se rasca la nuca mirándome de arriba abajo. Nos quedamos un rato en silencio y cuando veo que ya hemos tenido suficiente, rompo el hielo.
-¿Robert verdad? Soy Paola, tu prima italiana. Puedes llamarme Pao. -Y le dedico una sonrisa de oreja a oreja, mostrando seguridad en mi misma. Se queda un rato en silencio y veo como se ruboriza aún más ¿Será por mí? No, no creo que yo provoque ese efecto en él, es mi primo por el amor de dios.
-Claro, Paola... quiero decir Pao. Cuanto tiempo, vaya estás... muy cambiada.
-Tú también, ¿Qué hacías? -Cada vez me está resultando más difícil hablar con él, no para de mirarme de arriba abajo y tengo la necesidad de taparme pero no sé cómo.
-Nada, jugaba con mi hermana, se llama Rose. Supongo que no la conocerás.
-Pues no, no la conocía. Eres probablemente el único primo al que conozco de los seis que somos.
-Vaya -Y se le escapa una risa de superioridad- Es bueno saberlo. -Me está cayendo algo mal, pero a mí que alguien me caiga bien es muy difícil y sobre todo si es en un sitio en el que no pinto nada. Pero bueno le daré una maldita oportunidad, a lo mejor me cae bien con el tiempo.
-¿Luego cenamos todos juntos no? Bueno la abuela me lo ha dicho.
-Oh mierda lo olvidaba, he quedado con unos amigos aquí a jugar a la consola. ¿Qué cojones voy a hacer? -Y se pone andar por el pasillo algo frustrado. Espera... ha dicho ¿amigos? Es mi oportunidad, tengo que ver si puedo encajar con ellos, ya lo tengo. Vamos a poner en marcha mi plan, y a seguir hablando en este maldito inglés.
-Y si... bueno, y si ¿cenamos y que tus amigos cenen con nosotros? Así, si no te importa podría estar con vosotros y conocer a gente de aquí, tengo que integrarme y ya sabes estaría bien, si no te importa claro. -Me mira con la boca abierta mientras sus ojos se dirigen a mis labios. Me esta dando mal rollo. A los diez segundos reacciona.
-Claro, Pao es una buena idea, a ellos les encantará. Les comente que venía una prima mía y te querían conocer. Son tres amigos míos, espero que no te importe que no haya ninguna chica, pero a mis amigas no le gusta la consola. -Genial, chicos. Siempre me han caído mejor que las chicas, no sé muy por qué.
-No, no me importa. La verdad es que en Italia tengo más amigos chicos que chicas. Y yo también tengo consola, me gusta jugar.
-¡Bien! ¿En serio? -Y se vuelve a reír, pero esta vez con un tono más amigable. Y de repente se calla y me mira serio.
-Emm... ¿Nos vemos luego entonces?
-Si claro -Le digo un poco incómoda ya que es raro que hayamos tenido esta especie de conversación por primera vez.
-Vale, vale -y sigue riéndose- genial pues luego te veo en la cena, no llegues tarde que a mi siempre me echan la bronca si lo hago, como consejo.
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Amar También Duele (En proceso)
RomanceDe Roma a Londres, un cambio tan grande que nunca imaginé. ¿Sería todo tan malo alli? O ¿Lograría estar bien? Eso pensaba hasta que por casualidad le conocí. Y fue al mismo tiempo lo más mágico e intenso que me habia pasado nunca. Solo que a veces...