—Vamos a jugar, Ashley— la jale hasta nuestro jardín.
—¿Que quieres jugar, Dylan?— preguntó con su dulce voz.
—¡Escondido!—exclame entusiasmado mientras la agarraba de los hombros guiándola hacia el tronco de un árbol, para que contará treinta segundos, para que yo me pudiera esconder.
—Bien, contaré hasta treinta— poso sus manos sobre la madera rasposa y después apoyo su rostro en sus manos, escuche que susurraba "Uno, dos, tres...". Me asegure de que no espiara y me adentre al bosque a esconderme. Esta vez ganaría yo esta partida, así que quise esconderme detrás de un gran árbol.
Escuche un "Listos o no haya voy", así que me escondí mejor y de vez en cuando asomaba mi cabeza a ver si venía.
Escuche pasos y me quede como estatua por si mis movimientos me delatarían. Pasaron minutos y el bosque se lleno de silencio, era espeluznante. Creí que Ashley ya se habría ido, así que asome un poco la cabeza y empece a observar el lugar, vi un movimiento algo brusco a lo lejos y una camisa negra, al inicio pensé que podría a ver sido Ashley, pero ella tenía un vestido rosa con flores. Me alarme ante ese pensamiento, y si era un criminal, en esta ciudad habían muchos criminales, asesinos, secuestradores. ¿Y si me secuestraba? ¿Ashley estará bien?. Estaba sumido en mi miedo y en mis pensamientos. Era muy joven para morir al igual que Ashley, mi hermanita apenas y tenía 12 y yo 14. Estaba aterrado, asustado, a punto de hacerme pipí, unos pasos me sacaron de mis pensamientos, y si era el secuestrador.
—Dylan...—susurro una voz femenina detrás del árbol. Me asome y vi a Ashley.
—Shhh, ven conmigo—susurre suavemente.
Ella camino lentamente, para no hacer ruido, pero a su izquierda vi al sujeto de la camisa negra, se acercaba por la espalda de Ashley.
—Ash, ahí viene—grite alarmado.
Ella vio hacia atrás y vio al sujeto, retrocedió del susto. Lo único que nos separaba es un pequeño acantilado.
—¡Salta! Yo te atrapare— grite asustado.
Ashley estaba prepara para saltar y al parecer el sujeto se dio cuenta y la empujo al acantilado.
—Te amo— grito cayendo hacia abajo.
—Ashley— solté varias lágrimas, había perdido a mi hermana, estaba viendo a mi hermana caer y encontrar su muerte, me sentía impotente, no podía hacer nada, levante mi rostro y lo vi, el asesino de Ashley. Tenía un pasamontañas negro, negándose a dejarme ver su identidad, su traje era negro. Se percató de que lo observaba, con odio y el se fue, sin más, sin darle importancia a la muerte de mi querida Ashley.