AQUEL VERANO... ✓ | TERMINADA.

II.

VERANO DEL 76.

Había pasado un año de lo que había ocurrido aquella noche de aquel verano, otro verano más, volver allí.
En todo el año no le respondí ni una sola carta a Luke, y eso me desespera, incluso me da miedo, hoy es su cumpleaños e iré a verlo, de paso voy a intentar tener mis vacaciones allí sin volver a caer en lo que tanto me costó salir, la depresión.

Depresión, a veces usan en broma aquella palabra, diciendo que las personas solo buscan atención o se hacen las estúpidas pero no es así, la depresión es un tema serio que no se puede tomar a la ligera, no, no está bien tampoco hacer bromas acerca de algo tan serio cómo la depresión.

Al llegar junto a mis padres, saludamos a mi abuelo, tuvimos una gran cena en años, se notaba mucho que necesitábamos la presencia de mi abuela.
— Abuelo, ¿Has visto a Luke?
Pregunté, cuándo finalicé de lavar los trastes, quería ayudar a mi madre, sabía que volver aquí le generaría recuerdos buenos tanto cómo malos, no quería que se estresara por nada.
— De seguro en la guarida de ustedes dos, preguntó todo un año por tí, ya no supe qué más decirle.
— Por favor abuelo, avísales a mis padres que iré con Luke y que quizás me quede en su casa.
Luego de aquella pequeña charla con mi abuelo me dirigí en dirección hacía la guarida que teníamos con Luke, no se permitía el paso a desconocidos. La tenemos desde que tengo memoria.
— No desconocidos.
Dijo Luke con una sonrisa, corriendo hacía mí, rodeando sus pequeños brazos sobre mi cuerpo, mientras yo hacía lo mismo, notaba cómo sus lágrimas caían por sus mejillas. Me siento tan culpable.
— Amor, perdóname, de verdad lo siento mucho. Me sentía muy mal, y sé qué no es excusa pero mi intención jamás fue hacerte llorar. También quería estar presente en tu cumpleaños del año pasado.
Comencé a dejar leves palmadas sobre su espalda, tomando un poco de distancia para dejar un corto beso sobre sus labios, sí tan solo supiera lo mucho que lo extrañé.
— Estás aquí ahora, idiota. Estoy muy feliz por eso.
Golpeó mi hombro con su cabeza, tomando mi mano para guiarme en dirección a nuestra guarida.

Nuestra guarida, era cómo un bosque, en el cuál teníamos nuestra propia pequeña casa, nos costó mucho tiempo lograr que quedara tal y cómo queríamos, siempre hablamos de que cuándo seamos mayores, que de hecho solo nos falta un año, viviríamos juntos. Lamentablemente mantendríamos el argumento de que solo somos mejores amigos desde la infancia, es triste la situación en la que la sociedad hace ver el amor cómo algo que nos tendría que dar vergüenza. Cómo si amar a la persona que amas, sería cometer el mayor crimen de todos. Están tan preocupados por nuestra orientación sexual envés de preocuparse por ladrones, asesinos y violadores.
Luke es una pequeña lucecita en mi vida, siempre con su luz cuándo me encuentro perdido entre tanta oscuridad, aquel cálido brazo el cuál necesito y aquellas palabras que son esenciales, su risa, sus cabellos alborotados, su forma de ser cuándo estamos juntos, su manera de solucionar las cosas, su paciencia, su comprensión ante cualquier situación, Luke es luz, Luke es salvación cuándo todo está perdido, Luke lo es todo para mí.

— Amor, ¿No crees que sería bonito sí cuándo vivamos juntos hagamos un recorrido por todo el mundo?
Preguntó, mientras su cabeza se encontraba sobre mi regazo, haciéndole compañía mis manos, las cuáles se encontraban sobre su cabello.
— Me encantaría, me gustaría ir a Francia, recuerda que allí tengo a mis tíos y a mi primo, Frank.
Hablé, deleitando la imagen que tenía frente a mí mismo. Luke, ¿Eres real?
— Lo sé, hace mucho tiempo que no vemos a Frank. Nath, solo quiero decirte que te amo mucho, y que eres muy especial para mí, no necesito que sea un día en especial para apreciarte, decirte y demostrarte lo mucho que te amo.
Me incliné comenzando un suave y tranquilo beso entre ambos labios, Luke por su parte rodeó ambos de sus brazos sobre mi cuello, el beso tomó algo de intensidad, ambos sabíamos que éste momento llegaría en algún momento.

Dos cuerpos siendo solo uno, palabras dichas, jadeos ahogados, suspiros entrecrortados, besos que parecian ser interminables sin llegar a su fin, momentos que jamas vamos al olvidar, aquel verano el cual nos volvimos a reencontrar.