Se busca zona tranquila

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Al día siguiente amanecí con una erección de caballo y lo primero que hice fue mirar mis mensajes, no fuera a ser que volviese a pasar algo indeseado, y de paso ver si Amelia me volvía a enviar alguna foto o vídeo como regalito para una paja mañanera pero en vez de eso tenía un mensaje suyo bastante largo:

"Juan cariño, al final me voy hoy. Mis padres no sabían que hoy aún había fiestas aquí y me vinieron a buscar con todas las maletas hechas para irnos de tour por todo el Norte del país visitando todas sus playas. Lo siento mucho pero no te preocupes, te mandaré todas las fotos en biquini que pueda (o sin él, eso ya depende de como te portes ;) )"

Le hice un par de preguntas y rogué a ver si podía convencerles para quedarse ese día pero no hubo manera. Y entonces me quedé triste e incluso se me bajó la erección. Me había quedado sin aquella mujeraza hasta sabe dios cuando y Carla seguía aún con demasiado dolor después de ser desvirgada. Ese día lo iba a pasar a palo seco, y era el último de esa fiesta.

Y tal y como predije, lo pasé a palo seco: Carla todavía no salió de fiesta y las chicas por allí no me interesaban nada y eso que un par de ellas se me insinuaron, incluso Inés sin su prima vio vía libre para arrimarse a mi polla mientras bailábamos todos, pero ni de coña me arrimé yo a ella, es capaz de volverme a grabar follando y colgarlo en todas las páginas porno que pudiese haber. Aquel día me fui pronto a casa y no tardé en dormirme, estaba bastante agotado de todos esos días de fiesta seguidos.

Por suerte, en una semana había otras fiestas en el pueblo. Estas consistían en hacer cabañas o montar toldos en un bosque (el bosque al lado de mi casa) entre tu grupo de amigos y pasar el día allí bebiendo y escuchando los concierto que haya.

Montamos nuestro toldo tres días antes de la fiesta en nuestro sitio de siempre, entre los de la gente joven y fuimos los de siempre. Yo tenía la esperanza de que Carla ya estuviese recuperada y tener vía libre para follármela en mi casa mientras mis padres estaban en la cabaña de su grupito. Además, las chicas a esa fiesta no iban arregladas, pero como era una fiesta donde se iban a manchar si o si casi todas llevaban mallas viejas, lo cual a muchas les quedaban mas apretadas de lo normal y no dejaba lugar a la imaginación muchos.

Llegó el primer día de esa fiesta y todos aparecimos allí en chándal o en pantalón corto, con camisetas antiguas que pudiésemos manchar. Carla venía con una camiseta vieja que aún le quedaba bien y unas mallas que efectivamente le venían muy apretadas. Cada vez que se agachaba a por algo se le podían distinguir sus bragas rosas. Y yo debía contenerme de mirar porque llevaba un pantalón corto de entrenar que como me empalmase, no dejaría tampoco lugar a la imaginación.

Yo estaba esperando el momento en el que nos dejasen solos a Carla y a mi para escapar con ella a mi casa y como si Dios me hubiese escuchado, vino un conocido muy amigo del resto de chavales y de Carla a ofrecernos tarta de almendra (típico en aquella fiesta compartir la comida y el alcohol con los vecinos de cabaña) todos los chicos se fueron con él porque además se comentaba que había venido una amiga suya de otra comunidad que estaba muy buena y que era muy zorra llamada Leire. 

Cuando me fijo las chicas también habían desaparecido y quedábamos solo Carla y yo. Yo iba bien pero estaba en el puntillo adecuado con el alcohol y a Carla parece que le empezaba a subir todo ahora de golpe:

-Oye Juan, ya me encuentro bastante mejor, no se si te diste cuenta.

-Si? Me alegro. Quieres que...

Sin acabar yo mi frase se sentó encima mía con una pierna a cada uno de mis costados y me empezó a acariciar la polla por fuera, con lo que mi polla respondió rápido:

-Vaya ¿Qué tenemos aquí? ¿Quién se está despertando?

-Carla, si no quieres que nadie se entere creo que es mejor que vayamos a mi casa si está aquí al lado.

Las hormonas de Carla y Juan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora