La casa rural, muchos problemas con una única solución.

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Después de mi última aventura voyeur, se acercaba el final del curso y no tuve oportunidad de volver a juntarme con Carla hasta que acabase. Ambos estábamos hasta arriba estudiando para los finales y para selectividad (que son las pruebas a la Universidad aquí en España).  Yo esos meses entre el estrés, los nervios y lo cachondo que estaba por no follar desde verano lo pasé fatal, eso sí también lo compensamos como dios manda al acabar el curso.

Cuando acabamos el curso hicimos la cena de graduación con toda nuestra generación vestida de etiqueta. Yo iba luciendo tipo con un traje negro ceñido que la verdad me quedaba muy bien y Carla iba toda arreglada con el típico peinado de peluquería dos horas antes y con un vestido rojo que tenía muy buen escote, pero para mi no le quedaba demasiado bien porque llevaba una falda casi de campana que para el tipazo que ella tenía no realzaba nada ni sus piernas ni su culazo.

Obviamente había muchas más chicas guapísimas y con tipazo de escándalo, pero yo aquella noche quería ir a lo fijo y follar con Carla. El problema fue que Carla con tanta gente que había en aquel restaurante y luego en la fiesta postcena no quería nada. Y si a eso le sumamos el alcohol que nos tomamos ambos, pero yo sobre todo, fue imposible hacer nada. Haciendo un recuento por encima yo llevaba: 2 cañas que había tomado antes de subirme en el bus con unos amigos, bebimos los de nuestra mesa con vino tinto, tomamos dos chupitos después del postre, luego en la barra libre cayeron 5 cervezas como mínimo, y después en los pubs nos regalaban con la entrada 3 consumiciones que una fue en un cubata y las otras dos en dos cervezas porque el cubata muy bien no me había sentado.

Yo con toda esa cantidad de alcohol acabé borracho antes que Carla y no se quería acercar a mi así, conseguí robarle un par de tocamientos al culo pero poco más. Eso sí, yo acabé antes borracho, pero Carla acabó la noche en el subidón de todo mientras que yo ya empezaba el camino hacia la resaca.

Después de esa noche es costumbre ir a tu antiguo instituto a la mañana siguiente (ya que el resto de clases aún siguen con su curso) colarse en alguna clase y quedarse allí con el resto de alumnos, o dar parte de la clase a modo de broma. La posición de nuestro instituto a esa tradición es oficialmente contraria, pero luego dependiendo del profesor de la clase en la que te colaras, respetaban esa tradición o te echaban. Yo por respeto a mi madre me quedé en el banco de la entrada y no molesté, mientras el resto fueron a las aulas de sus profesores favoritos y dieron allí la tabarra. Mi madre me vigiló desde lejos, vio que no estaba haciendo mucho el cabrito y se fue.

Después de cumplir con la tradición nos marchamos todos a casa a dormir por fin. Yo me fui cabreado porque seguía a dos velas, pero en ese momento el cansancio ganaba sobre mi cabreo y me dormí nada más me tiré en cama. Al día siguiente cuando conseguí volver a la vida después de la resaca de caballo que tuve, me acordé que tenía una oportunidad de oro cerca. Pero antes voy a poneros un poco en contexto de mis grupos sociales durante aquella época: Yo en el instituto era respetado, no me gustaba nunca estar en ningún grupito popular porque me parecía que ahí siempre se creaba cierta élite que despreciaba al resto con los que no se llevaban simplemente como si fuesen menos que ellos. Sin embargo siempre fui conocido y respetado por todos en parte por jugar en el equipo de fútbol del pueblo y del instituto (bastante bien además) y supongo que en parte también por ser mi madre profesora, para qué negarlo, nadie quería estar a malas conmigo. A pesar de mi popularidad yo siempre traté de integrar a todos, jugar al fútbol con todos aunque muchos fuesen niños de la ESO que no tenían demasiados amigos, a mí eso me daba igual. Mientras que veías que otros los despreciaban solo por ser de la ESO, se colaban en el turno del rey de la pista solo por ser mayores que ellos y populares, etc. 

Bueno, voy de una vez al grano, el caso es que dadas esas circunstancias, yo formaba parte de varios grupos en el instituto. Por un lado tenía el grupo de mis amigos de toda la vida, que ya conocía de antes de entrar al instituto, que conseguí juntar con mis compañeros de fútbol que ya conocía de jugar allí, éramos todos chicos (por aquel entonces era normal llevarse bien con las chicas, pero hacer vida social diferente hasta que llegan las hormonas, pero los grupos de amigos de toda la vida son de tu género casi todos), por otro lado me llevaba mucho con un grupo de amigos de un curso más que yo porque teníamos los mismos gustos en música, videojuegos, etc. Y el último grupo, que es el punto al que quería llegar, me llevaba con Carla y sus amigas dada nuestra relación (que ellas no sabían CASI ninguna, el resto igual sospechaban) para así también disimular que estuviésemos tanto tiempo Carla y yo juntos. 

Las hormonas de Carla y Juan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora