Adiós

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Al volver de la casa rural y por fin Carla haber confesado nuestra relación impulsada por la rabia que le creaba Saray (y supongo que liberada también porque mi madre no le volviese a dar clase) el verano fue bastante más fácil, besándonos sin escapar de nadie, yendo a follar en las fiestas los dos sin poner excusas al desaparecer ambos... Todo fue de maravilla menos una cosa, las notas de selectividad. La mía era perfecta, más que de sobra para hacer preiodismo en la ciudad más cercana a casa, pero la de Carla no, a Carla no le llegó la nota para hacer Fisioterapia en la misma ciudad que yo, y se tenía que ir muy lejos. Cuando se enteró lloró como una niña pequeña y yo la intenté consolar pero por dentro también estaba hundido. Por fin había conseguido que Carla dijese lo nuestro a todo el mundo y justo cuando no tendríamos que escondernos ni revisar nuestros horarios para quedar fuera de toda mirada, se tiene que ir.

Nos pasamos todo el verano pegados el uno al otro entre otras cosas por eso y no sé si eso nos hizo bien o mal. Follamos mínimo todas las semanas del verano 5 veces, las fiestas con el alcohol de por medio bastante más incluso, con 2 o 3 polvos por noche. Estábamos como conejos en celo, probamos todas las posiciones que fuimos conociendo con el paso del tiempo, y ambos creo que sabíamos que eso iba a ser un adiós. 

Tras pasar un verano desenfrenado, llegó el día en que Carla tenía que irse del pueblo para ir a adaptarse a su nueva ciudad durante el curso. Habíamos salido varios amigos todos juntos para despedirla. Al final los amigos se fueron yendo a sus casas y quedamos los dos solos. Fui a su casa a ayudarla a recoger todo lo que le quedaba, ya que sus padres en breve vendrían a buscarla para meter las cajas en el coche. Pero al llegar a su casa se derrumbó, empezó a llorar conmigo en el ascensor y yo la abracé:

- Oye, no llores. Si aguantaste hasta aquí ahora ya no queda nada mujer.

- Es que... Es que va a ser la última vez que te vea hasta diciembre y ya no te voy a ver todos los días como en el instituto. Tú seguro que te olvidas de mí y te encuentras en la universidad a tías mucho más buenas que yo a las que tirarte y ni siquiera me vas a hablar.

- Oye ¿Por qué dices eso? Yo nunca me voy a olvidar de ti, si de los dos el que más quiere al otro soy yo, que siempre quise ir con nuestra relación más allá.

- Bueno, lo siento joder. Sé que nunca te lo digo y que muchas veces fui muy egoísta contigo pero las mujeres somos muy complicadas y hay muchos factores... Pero yo también te quiero Juan, y te quiero mucho. - Me respondió llorando más que antes.

- Carla no pasa nada, lo importante es que tú vas a ser feliz allí y volverás siendo la mejor fisio.

- Prométeme que no te vas a olvidar de mi, y que vamos a hablar todas las semanas mínimo, y todos los días si es posible.

- Mujer, todos los días quizá es algo exagerado, pero te prometo que hablaremos siempre que podamos y que nunca te voy a olvidar. Y aunque tu no creas en las relaciones a distancia, yo sí y verás como nos va a salir muy bien a nosotros.

Ella me abrazó más fuerte que nunca y aprovechó para ir dejando de llorar poco a poco. Luego empezó a morderme el cuello que sabe que me pone mucho y acto seguido me bajó los pantalones. Seguíamos en el ascensor pero a mi esa lujuria suya me había puesto mucho. Le bajé los pantalones para dejar ese culazo suyo al desnudo y la empujé como nunca contra la puerta del ascensor. Habíamos cogido el ritmo máximo y creo que estábamos ambos cerca del orgasmo cuando las puertas del ascensor se cierran y vamos para abajo. En seguida nos vestimos los dos y hacemos como si fuésemos abajo. Se abren las puertas y encima eran sus padres:

- Hombre Juan ¿Qué tal? ¿Todo bien? ¿Ayudando a esta incordio a hacer la mudanza o qué? -me dijo su padre.

Mientras su madre me miraba disimuladamente mi polla aún dura que acababa en la pernera izquierda, lado sobre el que suelo cargarla aunque suele ir ya sin tocarla hacia ese lado.

- Si, ya ves. Me dejo engañar por cualquiera -le dije en tono jocoso.

- Bueno pues ya llegamos nosotros al rescate, te puedes ir si quieres que fijo que tienes mucho que preparar tú aún.

- Pero no me importa quedarme, si total para bajar cajas.

- Qué va hombre, vete que nosotros nos apañamos a la perfección. Un placer verte siempre tan fuerte Juan. -dijo despidiéndome.

Le di un abrazo a Carla que me dijo al oído "Esta te la compenso en el viaje. Te quiero" a lo que yo no respondí nada porque estaba de cara a sus padres. Me fui mientras la madre me seguía mirando la polla cada vez menos disimuladamente. Yo me quedé destrozado. Llegué a casa, no quise ni cenar y me tiré en mi cama a llorar lo que no había llorado delante de Carla por no hundirla más. Al rato me llegó un WA suyo, era una foto por debajo de su falda mientras apartaba sus bragas y se metía 3 dedos en el coño con el mensaje de: "Para que acabes lo que dejamos a medias en el ascensor". Le respondí lo primero que se me ocurrió porque no estaba para pensar mucho y a pesar de que la foto me puso muy cachondo ni siquiera me hice una paja para bajar la calentura que había empezado en el ascensor porque no tenía ganas. Me fui a dormir muy triste y me acabé haciendo la paja al día siguiente con aquella foto por la mañana aprovechando la erección al despertar.


Las hormonas de Carla y Juan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora