𝐴𝐿𝐹𝐴 (𝑍𝐻𝐴𝑁𝑌𝐼) | Finalizada (CORRIGIENDO)

Capítulo 13

El silencio entre ambos era incómodo para uno e inadvertido para el otro. Yibo no sabía que hacer, ni que decir, ni siquiera quería mirarlo para que no creyera que tenía algo que comentarle, solo siguió hacia adelante sin volverse. Detrás de él caminaba el otro joven revisando su cuerpo. Hacia mucho tiempo que no volvía a su forma humana y estaba contento de volver a caminar sobre sus dos piernas y no a cuatro patas.

Cuando terminó de contemplarse a sí mismo, notó la tensión en el ambiente. El omega andaba con la espalda recta y todo su ser irradiaba preocupación y dudas, hasta su olor lo transmitía.

- Estás muy callado.

- Pronto llegaremos - respondió tras tragar saliva.

- ¿Por qué no me hablas?

- Lo hago.

- Decir "estamos cerca" o "pronto llegaremos" no es precisamente mantener una conversación con alguien.

El castaño no respondió pero aceleró el paso cómo queriendo llegar de una vez a su destino aunque eso significara ver a su padre.

- Ey.

Zhan fue hacia él y lo paró por el hombro, se puso frente a Yibo aún con su palma sobre su ropa y muy cerca del cuello del contrario. La proximidad de sus dedos con su piel le provocó un pequeño escalofrío que supo ocultar de milagro.

- ¿Qué te sucede conmigo?

- Nada, apenas te conozco así que...

- Me conoces bien, eres mi amigo desde hace meses - explicó con algo de tristeza.

- Pero...

- Yo soy él, quién estuvo contigo fui yo todo el tiempo aunque tuviera otro aspecto. ¿Puedes entenderlo?

- Se me hace muy extraño, no voy a poder acostumbrarme - bajó la cabeza decaído.

El pelinegro supo que al omega no solo le preocupaba eso, sabía que en el fondo Yibo todavía no se creía que él era el animal que lo acompañó en su soledad.

- Tu abuelita... está enterrada en una tumba preciosa en medio del claro del bosque - comentó atrayendo su atención. - No te gusta comer la carne de conejo pero al final lo acabaste haciendo por mi culpa - sonrió levemente recordándolo. - También sé qué sabes nadar bien y aguantar bastante la respiración bajo el agua.

- ¿Tú...?

- ¿Sigues pensando que yo no soy el lobo? - su acompañante reflexionó y negó.

- Sé que eres él... pero se me es complicado entenderlo.

- Poco a poco lo lograrás - le sonrió enseñando los dientes.

Su expresión de alegría y el brillo en sus ojos, el cual siempre aparecía cuando estaban juntos, tranquilizó el corazón del castaño quién por primera vez reconoció a su amigo en esa persona.

Continuaron su camino y, cada vez que Yibo veía una mancha de sangre en el suelo, su vista se dirigía a Zhan por instinto propio. Este mantenía la quijada apretada e intentaba no mirar ese líquido rojo.

- ¿Te... dolía mucho? - se atrevió a preguntar.

- Sí... bastante... pero gracias a ti no fue para tanto.

- Yo no hice nada... no pude salvarte.

- Yo ya no tenía salvación pero hiciste que mi sufrimiento fuera menor.

- No mientas.

- No lo hago. Durante todos estos siglos he muerto en incontables ocasiones y de maneras muy diversas pero todas eran de hecho iguales: estaba solo y sentía que no le importaba a nadie, que ni una sola alma me echaría de menos. Al verte llorar por mí... me alegré, por insensato y despreciable que parezca, me puso feliz... porque... me sentí... querido - una lágrima escapó de su ojo. - Al fin querido por otra persona.