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Esperar el regreso de Jimin a casa nunca resultó tan desesperante como hoy.
Con el pasar de los minutos, la culpa venía una y otra vez a mi cabeza. Replanteaba cada palabra dicha de mi parte a mi novio en nuestras tantas discusiones; recordaba cada contestación y reacción de su parte.
Ahora lo entendía todo.
Cuando comencé a preguntar por sus encuentros de negocios, parecía estresado. Cuando mencionaba sus posibles engaños hacia a mí se veía completamente molesto y con tristeza en su mirada. Aún cuando quería revisar su móvil en cada ocasión, él me lo arrebataba y negaba mi acceso a el con la intención de ocultar algo.
Todo, todo fué por mí.
Él quería mantenerlo en secreto. No quiso que supiera sobre lo que estaba haciendo por mí, Jimin sabía que me negaría rotundamente a su alocada idea de costearse un estudio de baile para cumplir uno de mis más grandes sueños.
Fuí un idiota.
—¿Hoseok estás en casa? —La exclamación de Jimin en mi puerta me sobresaltó.
De pié y con lágrimas en mis ojos, corrí a su encuentro recibiendo al chico detrás de la puerta con gran euforia.
Mis manos se aferraban a su espalda con fuerza mientras el contrario me envolvía en un cálido abrazo por la cintura. Me llevó dentro sin deshacer el afectuoso abrazo y suspiró.
Sentía sus dedos tantear por sobre la tela de mi camiseta, era suave. Suspiré su aroma.
Cigarrillo.
Mi corazón se detuvo unos instantes.
El desliz de sus dedos quemaban mi piel aunque no se hayaba tocándola. Sentía el tabaco impregnado en sus ropas, el dulce perfume de Viuda Negra en su cuello.
—¿Hobi, estás bien? —Su voz fué un revuelco brusco a la realidad reconociendo al chico delante de mí.
—Jimin —Balbuceé aún más culpable de lo que el sentimiento causaba en mí—, Jimin, lo siento. —Me disculpé al son de mis lágrimas desbordantes.
Sus delicadas manos quitaron rastro de ellas y sonrió intentando consolarme.
Negó con una expresión de preocupación y volvió a envolver mi cuerpo en un protector abrazo.
Ésa noche, Jimin no sólo limpió mis lágrimas, limpió toda angustia acumulada en mí, pero mi corazón aún se sentía agobiado.
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