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presente.
—¿Éso crees? ¿Me crees de ésa clase?—Pregunté sin retirar mi agarre de su pálido brazo.
Su mirada parecía inquieta sobre mí, en sus ojos se reflejaba una pequeña porción de tristeza pero la furia parecía absorber lo poco que había de ella. Ésta situación calaba en lo profundo de mi corazón.
—Hoseok, ¿Qué es lo que hiciste? —Detonó refiriéndose a un todo abstracto.
Sentía el ardor en mis ojos esperando por expulsar las lágrimas retenidas que me veía forzado a retener.
—Jimin, basta. —Pedí respirando de manera irregular.
No desnudaría mi dignidad ante él de ésta forma, no en ésta situación. Prometí jamás volver a pasar por ello, pero ésto estaba desesperandome, sentía miedo de que todo lo vivido en el pasado se repitiera.
—Tú-...
pum.
El estruendo de una puerta de coche siendo cerrada cortó lo que Jimin estaba a punto de decir.
El contrario miraba por sobre mi hombro derecho con completo enojo mientras cerraba sus manos en puños.
—Ho.
El aire se escapó de mis pulmones por un segundo, mis piernas parecieron perder estabilidad y mi cuerpo se tensionó logrando quedar estático.
Ésa voz.
Giré mi cabeza hacia la tercera voz y retení nuevamente el aire.
Yoongi estaba allí, parado a un lado de su auto mientras le daba una calada a su cigarrillo mentolado, metiendo una de sus manos a su bolsillo.
Su mirada se alineó con la mía, mi respiración se fué por su cuenta una segunda vez, sin embargo, el aroma tan peculiar que solía traer impregnado mi novio, me inundó por completo; jimin siempre me traía a la realidad.
Giré mi cabeza ésta vez hacía él y éste notó mi titubeo.
Sonrío ladino mirándome con aquellos opacos ojos. Su mirada no tenía brillo alguno pero su sonrisa estaba retandome.
—¿Qué está ocurriendo? —Me dirigí al recién llegado. La confusión me tenía a flor de piel.
Ambos chicos estaban aquí. ¿Cómo Yoongi nos encontró? ¿Por qué está él aquí y qué es lo que quiere?
