Capítulo 25

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Cuando el Sol se avecinaba, John solía mandarlo a la mierda y alistarse a 10 minutos de irse a la escuela, puesto que en el entonces en el que él era el único habitante de su cuerpo, se permitía demasiadas libertades, sin embargo, tantas cosas habían cambiado en él desde que el pelinegro interfirió directamente en su vida, según él, resultaba ser una persona activa físicamente, pero demasiado atractivo para las materias escolares que no conllevaran actividades en donde su fuerza y habilidad corporal no fueran protagonistas.

Su mente divagaba una y otra vez en los vividos recuerdos que de la noche brotaron e hicieron de su corazón, un revoltijo cardíaco en aceleración constante, únicamente pensando en el ritmo danzante que sus labios realizaron antes, y sin darse cuenta de la hora, acomodaba aquella sudadera dentro de su anatomía con tanta paciencia que pareciera ser un viernes por la tarde.

—Paul, cariño, ¿Estás listo? — Indagó Mary luego de dar cuatro golpes exactos en la puerta de su hijo

Sus sentidos reaccionaron y de un momento a otro, ya se encontraba formulando una respuesta afirmativa.

—Em, en un momento lo estaré

Mary suspiró del otro lado de la puerta

— Está bien, solo procura no tardar tanto

— Sí, mamá, es cuestión de segundos — aseveró

Los pasos se alejaron y solo entonces pudo entender el asentimiento de cabeza que Mary habría dado al otro lado de la puerta, menos mal la escuela se avecinaba, de otra manera, no hallaba forma de sobrevivir dentro del entorno de los McCartney.

Una vez acomodó sus cosas, tomó su mochila y bajó directamente al comedor, donde una sonriente Molly le esperaba.

— Buen día, joven Paul, ¿Va a desayunar ya?

John/P observó su reloj y casi inmediatamente negó con la cabeza, faltaban veintidós minutos exactos para entrar a su primera clase con la puntualidad que al azabache distinguía.

— Hoy no podré, Molly — se lamentó — Voy algo tarde, lo siento

— No hay problema alguno, solo procure comprar algo nutritivo para el desayuno, hoy tiene taller de literatura y su madre no confía en la supervivencia a una hora y media extra sin alimento alguno que le proporcione la energía necesaria

— Ajá — Fue lo único que pudo gesticular, aún no se adaptaba del todo al lenguaje formal con el que se trataban entre sí — Vendré más tarde, hasta luego

— Tenga buen día, joven Paul

John/P asintió y salió de inmediato para no tener que lidiar con Mary, de cierta forma, estar ahí tanto tiempo le agobiaba, ahora quizá comenzaba a entender el estrés de Paul cada mañana al llegar a la escuela, y aún teniendo que seguir soportándolo a él cuando se comportaba como un idiota.

Una vez salió de la casa, tomó camino a la parada del autobús, el cual, para suerte suya, llegó a tiempo y con lugares a disponibilidad de elección, por lo que tomó aquel del fondo, del lado de la ventana, ahora que lo pensaba, nunca había encontrado el atractivo de ir de ese lado en el autobús, siempre creyó que el pavimento de las calles y las casas de alrededor no tenían gracia alguna, esa era su creencia al menos hasta que comenzó a irse seguido en el transporte común.
Una vez llegando a la escuela, tomó sus cosas y de inmediato corrió al salón, los lunes por la mañana le tocaban matemáticas, la materia que siempre molió su cerebro sin piedad, quizá simplemente los números no eran lo suyo; o quizá simplemente no podía entenderles por completo debido a la distracción que le ocasionaba realizar origamis y dibujos sin sentido que encontraba en internet entre las hojas de su libreta y es cómo entre tantos pensamientos sin sentido, ya se encontraba dentro del aula correspondiente, tomando asiento junto al ojizarco que bebía café desesperado mientras revisaba sus apuntes.

In his body (Mclennon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora