¿Quién eres?

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— ¿Se puede saber qué demonios hiciste?

— Oye, cálmate. No tienes que empujarme así, estamos del mismo lado, Clara.

— ¿Quieres que me calme? ¿Que estamos en el mismo lado dices? ¡Estás tan tranquilo mientras que Jim está en el calabozo! — gritó molesta mientras Steve se paraba en el rincón, viendo la pelea.

— Cálmate, todo está bien — puso sus manos sobre los hombros de la hechicera —. Los calabozos son la mejor sentencia, están a cargo de Viv, ella...

— ¡Esa es otra cosa! — le interrumpió mientras le empujaba con sus manos hacia atrás, mostrando su enojo a Douxie — ¡No paras de pedirme que confíe en ella! ¡Desde que llegamos solo eres Viv esto, Viviane lo otro! ¡Despierta, ella es la hija de Morgana!

El contrario se sintió molesto a pesar de entender la razón por la cuál Clara estaba molesta. Douxie sabía que era imposible confiar en una La fay, pero por el momento, ellas eran lo único que tenían, la única póliza de vida que tenía el caza trolles.

— Clara, sé que estoy pidiendo mucho, pero ten fé y confía en ellas. Morgana aún no ha hecho nada de lo que recuerdas.

— Pero lo hará — se cruzó de brazos.

— Y Viv, puedo asegurarte que ella no es para nada lo que madre y su tío. Mira, yo ya estuve aquí, conozco a todos y sé con todo mi corazón y mi experiencia que lo mejor que puede pasarle a Jim es estar en el calabozo.

Clara le miró con resignación. La fémina dejó salir un enorme suspiro, uno empapado de impotencia y rabia, rabia que estaba dentro suyo al saber que la vida de su novio estaba en manos de la mujer que precisamente los había empujado en más de un sentido a dicha situación.

— Aquí los calabozos son terreno de la princesa — explicó para calmar a su amiga, quien parecía no estar convencida de lo que escuchaba, y es que tal vez saber los sentimientos que este sentía por ella no le ayudaban en su decisión de creerle o no, pues ella era tan buena como decía, ¿O solo la idolatraba por lo mucho que la amaba?

— Así es, ¿ocurre algo con los calabozos? — habló una tercer voz, una armoniosa y dulce.

— Princesa — Se dio la vuelta rápidamente, esperando que ella no hubiese escuchado su conversación de hace rato, después de todo, no podía cambiar el pasado.

— Sabes qué, sí ocurre algo — dijo Clara con firmeza mientras se acercaba a ella de manera amenazante —, sucede que te quejabas tanto del maltrato al troll y ahora permites que tu tío lo deje refundido en un calabozo. Eres una hipócrita, eres como cualquier princesa, hueca, falsa y repugnante, eres... eres...

— Clara... basta...

— ¡Eres una arpía como tu madre! — gritó con todo el aire que estaba en sus pulmones, dejando salir cada gota de ira acumulada en su cuerpo, dejando que la frustración la cegara y le hiciera decir cosas de las que se arrepentiría en ese mismo instante.

Un sonido seco se hizo presente entre el silencio, uno fuerte que era evidencia de la bofetada que Viviane había estampado contra la mejilla de Clara, quien la veía con los ojos llenos de asombro. Ella estaba pasmada, no lo creía para nada. ¿Esta chica acababa de golpearla?

— Oye, ¿Estás loca? — habló con su mano sobre su mejilla, la cuál estaba caliente y ardía como el infierno, ya que no había sido un golpe cualquiera, sino que había sido uno con magia, una que solamente la princesa de Camelot sabía utilizar.

— Eso debería preguntarlo yo — tomó un mechón del cabello de la castaña y lo puso delicadamente detrás de su oreja, con mucho cuidado —. Vienes a mi reino a insultarme, a dudar de mi capacidad como princesa y está bien — rió la de ojos azules —, puedes hacerlo, no haz sido la primera ni la última, pero si vuelves a hablar mal de mi madre, te juro que seré como mi abuela Hurrem y haré tu vida un infierno.

Efecto mariposa 《 Douxie y tú 》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora