Paciencia

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Miraba por la ventana. Era absurdo, porque en el Ministerio las vistas eran fruto de un encantamiento. Llamaron a la puerta. Tres toques. Suspiró con estoicidad.

—Pasa.

—Hola Draco —saludó Potter, entrando. Flotando a su lado venían dos tazas—. Traigo café.

Hacia eso todas las mañanas, puntualmente. Llamaba tres veces y entraba con café.

—Gracias.

Tomó la taza que le tendía. Potter no la soltó. Se quedaron así unos segundos, Potter taladrándolo con la mirada.

—Estás acabando con mi paciencia, Draco. Tú y yo. Esta noche. En Las Tres Escobas.

Lo dijo con tanta convicción, que Draco sólo pudo asentir. 

Las siete virtudes de DracoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora