Templanza

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—¡Me niego! —gritó la bruja, roja de indignación.

—Señora Spurgeon, soy perfectamente competente... —contestó comedidamente.

—Quiero ser atendida por una persona, no hay derecho a que me despache un mortífago —el desprecio de la última palabra le dolió menos que no ser considerado persona.

Exasperado, inspiró con fuerza, como Harry le había aconsejado hacer. Contenido y cortés, contestó con mesura:

—Lo siento, me temo que soy la persona más cualificada para escuchar su demanda.

Harry le consoló aquella noche con las caricias más tiernas que había recibido en su vida. Horas más tarde, mientras este aun dormía, tomó una decisión.

Las siete virtudes de DracoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora