Ojos carmesí: Visión

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—Haa~  — El grito ahogado ante la repentina visión en su sueño causó que se sentará con rapidez sobre su catre confundido con lo que aun recordaba de lo que se le encomendó. El sudor se filtró en sus ojos causando que los tuviera que cerrar.

¿Qué fue eso?

La imagen de un campo de batalla mucho mayor al que se le haya descrito o visto se presentó ante él. Todo estaba en completo caos, cadáveres de lo que suponía que eran sus habitantes tendidos al por mayor. En cada centímetro de viera solo era muerte sin sentido para él.

¿Cómo ocurrió esto?,¿Donde ocurrió? y la pregunta más importante para él. ¿Cuándo?

Pero lo que más recordaba y destacaba era la enorme figura humanoide que se cernía sobre todos empuñando una... ¿espada?, ¿lanza?, ¿martillo de guerra?, no podía distinguirlo solo sabía que era un arma, ya que una inexplicable cantidad de humo impedía ver más allá de la silueta de alguien y el brillo dorado, no a su alrededor, sino...

—Ughh. — Llevó su mano a la cabeza ante la sensación de tener su cerebro palpitando y el sentir un pavor tal que ni siquiera podía verlo a los ojos. Solo el sentimiento de que estaba siendo observado por tal cosa lograba causar que sintiera que se le fuese arrebatada toda fuerza en su cuerpo.

—¿Forgall? — La suave voz de su acompañante a su lado en el lecho que compartían lo calmó un poco y fue aun más la sensación de paz cuando el toque cálido de la mano de su reina en su espalda tonificada hizo que volviera por completo y dejara que el mundo dejará de girar.

— ¿Estas bien?

Nessa, su reina, aun si no había un sentimiento solido de amor entre ellos lo cuidaba como debía de ser, además de cumplir con su deber de dar a luz herederos y princesas para preservar el poder. Ella ahora mismo lo estaba viendo con seria confusión por su despertar repentino y estado.

— Nada de que preocuparse, solo una mala imagen que me dieron las Gwyllion para pasar un mal rato.

Forgall quitó la mano de Nessa, no con la brusquedad usual para impedir reflejarse débil, aun si no lo estaban viendo. Eso hizo saber a Nessa de que cualquier cosa que hubiera su rey, seguramente fue algo que lo sacudió con tanta fuerza para hacerlo olvidar su usual comportamiento. Incluso sus palabras, su habla y tono no estuvieron para nada igual a lo acostumbrado para ella.

No estaba el rey poderoso de estas tierras en las cuales gobernaba con mano de hierro, solo un hombre agitado por algunas malas jugadas por las hadas.

— ¿Seguro?

— Lo estoy mujer. — Su ceño fruncido volvió y los antes ojos desorbitados junto con el tono regresaron a la normalidad.

— Muy bien.

Sin insistir en ello Nessa solo volvió a su antigua posición para relajarse y dormir una vez más, aun estaba muy oscuro su habitación para poder observar más allá de un metro, por lo que se traducía en que era demasiado temprano.

— ...

Forgal se quedó de nuevo solo, en sus pensamientos intentando recordar algún indicio de un frente de guerra que en su juventud pudo haber pasado, y que las Gwyllion estuvieran intentando sacar a flote para atormentarlo.

En ninguno de ellos estaba presente algo parecido como tal; casi parecía algo que no era normal. Esa sensación de pavor nunca la experimentó desde su primer enfrentamiento a muerte con el pobre diablo de su hermano por el trono y la impotencia ante ello era abrumadora.

Casi como si fuera... Un Dios.

Oh no, eso era lo peor que podría pasar.

Esto cambiaba las cosas, tal vez no fue algo inducido por las Gwyllion, las hadas oscuras, sino una visión. Una profecía.

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