Al calor no lo detienen los barrotes

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¡ADVERTENCIA!

Escenas de sexo explícito y una chica matapasiones.

(Historia corta).

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Estaba encerrada en una cárcel algo extraña, mis delitos no eran importantes en ese momento, no había resentimiento, ni culpa en ese momento. Estaba aburrida y sola en mi celda, esta solo era separada por barrotes y no paredes, como si se hubieran quedado sin material en nuestra zona. En esta carcel había una mujer en cada celda, todas eran muy peligrosas para estar juntas, o eso nos decían y por eso no se nos permitía tener ningún contacto a menos de tres metros. Nada más era homofobia.

Ya había pasado mi periodo, y no podía dejar de pensar en las playas, o bueno, mejor dicho, en las mujeres en biquini que andaban por la playa en el verano, todas con cuerpos espectaculares y unos trajes tan pequeños que era como ver hilos intentando cubrir sus partes. La última vez que estuve en una, la única que atraía mi mirada en el lugar era la única mujer que conocía; recuerdo que su traje era lo más revelador que existía, tenía un sostén que solo cubría sus pezones, de color durazno, casi el color de su piel y una tanga, que nada más cubría su vello púbico casi inexistente, que era sostenido por tiritas, que pasaban por sus labios vaginales completamente a la vista de todos, estaba prácticamente desnuda. Recuerdo como en la carpa que había rentado para cubrirme del sol, luego de nadar un poco, volvió a mi y esa tarde, estuvimos casi cuatro horas cogiendo de forma tan brutal, que parecíamos desesperadas de sexo desde hacía mucho tiempo.

Ella se sentaba en mi cara, cubriendome con sus voluptuosas nalgas, y en ningún momento se quitó el biquini, porque sabía que me prendía demasiado. Hacia twerk en mi rostro, ahorrando me el trabajo de mover mi lengua por su vagina, mientras ella me penetraba con una botellita de bloqueador solar tan bruscamente, compensando el placer que sentía por el oral que le proporcionaba. Sentía sus grandes tetas caer en mi abdomen cada que movía su gran tracero, era tan caliente que recordarlo me hacía sonrojar. Más de una posición y objetos que introducirnos en la vagina y el ano. La mejor tarde en la playa de mi vida.

Pensaba que estaba sola, ya que se suponía que mi compañera, o la chica del frente, estaba dormida.
Ya era de madrugada y esos recuerdos tan calientes no me dejaban dormir, así que, qué más opción tenía que masturbarme completamente desnuda a vista de todas.

Me doy cuenta que no soy la única que se toca, cuando veo a la chica de en frente retorcerse en su cama. Eso llama mi atención y me levanto de mi cama.

- Oye... no es justo que solo tu me estés viendo -Digo en susurros, intentando que nadie excepto nosotras nos escuche. No estaba enojada, estaba muy caliente, y no me venía  mal una compañera siendo que mi expareja podría haber estado en la misma situación.

- Discúlpame, preciosa, pero tú fuiste la que no invitó -se levanta de su cama y se acerca a los barrotes. Solo tenía el abrigo de la cárcel y sus piernas estaban húmedas.

- Aja -se apoya en una barra inclinando su cuerpo hacia adelante, alejando su cuerpo de la separación.

- Quizás quieras continuar, así veré si te hago compañía -esa conversación se estaba haciendo interesante, y más viendo su cuerpo voluptuoso.

- Quizás lo haga, aunque tú ya te corriste.

- ¿Quieres probar? -pasa su brazo libre por el espacio entre las barras con la mano extendida.

No contesto, y tomo la mano para ponerla entre mis piernas, ella no se sorprende y se pega a las barras para tocarme mejor, yo me sostengo de estas, sin pegarme totalmente y abrir mis piernas a ella. Ella adopta una expresión algo extraña, llena de lujuria y seriedad a la vez.

- Demasiado seria para mí -tomo el cuello de su saco y la jalo con fuerza, ambas ya estábamos lo suficientemente calientes para besarnos con fiereza, sin escatimar la cantidad de saliva que tomaríamos de la otra.

Las barras tenían la separación suficiente para poder introducir la mitad de la cabeza, o siquiera parte de la cara, y así juntar las lenguas sin necesidad de girar la cabeza como en un beso normal.

Ya estaba moviendo mi cadera en conjunto a los movimientos de su mano, que ya estaba dentro de mí, aprovechando lo flexible de mi vagina, ella mueve su mano con rapidez, haciéndome gemir algo fuerte interrumpiendo el beso baboso. Bajamos lentamente hasta quedar sentadas, ella de rodillas y yo sentada para facilitar el fisting.

Separamos nuestras lenguas, ya estaba cerca del clímax, ella no paraba de mover su mano dentro de mí, hasta que siente como la aprieto y me vengo. Ella se sienta, con las piernas abiertas y flexionadas dejando ver su hermosa vagina, con los labios depilados y un bonito corte en el monte de Venus. Saca su mano lentamente, haciéndome desearla de nuevo por el vacío que estaba dejando en mi.

Pone su mano frente a su rostro, jugando con mis fluidos. Rápidamente, la tomo y meto cuatro de sus dedos en mi boca, chupandolos y acariciandolos con mi lengua, con su mano libre, toma mi cintura y la acerca a ella, quedando completamente abierta de piernas a los barrotes, aún con su mano en mi boca, ella se agacha para comenzar a chupar mi vagina, como si fuera una fuente de agua en el desierto. Realmente estábamos desesperadas, pero teníamos toda la noche para tener sexo duro, como a mi me gustaba.

- Sabes demasiado bien, la persona que te espera, ha de estar deseando estar contigo -comenta en un momento interrumpiendo el maravilloso oral.

-Ya quisiera, esa chica solo quería sexo conmigo, y por más que disfrutara cogiendola cada tarde, ella no superó la noticia de mi condena, así que terminó conmigo -era cierto, ella ni siquiera me quería, éramos amigas con derechos, aunque no podía negar que la quería y disfrutaba el tiempo con ella.

- Si mi amada estuviera en la cárcel, la visitaría todos los días y me encerraria en el baño con ella para cogermela todos los días, y recordarle lo mucho que la amo -escucharla decir eso me deja congelada y con el corazón apretujado.

Tomo sus mejillas para acercar su rostro a mi, su cabeza era un poco más angosta que la mía, así que pasa con facilidad por los barrotes, ya estando cerca, le doy unos besos por toda la cara. Ya la conocía desde hace seis meses, y me agradaba bastante, pero bueno, su comentario me ablando y me impulsó a besarla con ternura, aunque estaba suavizando demasiado la escena que en un principio era muy caliente.

- Nena, mejor continuemos, estás apagando la llama.

- Lo siento, me puse sentimental -con sus mejillas en mis manos, le estampó un beso antes de soltarla y darle un empujón para que quede sentada, intento pasar mi cabeza por los barrotes y atraer su cadera, la levanto un poco, al nivel de mi cara, y le devuelvo el tremendo oral. Lamo rápidamente, moviendo de arriba a abajo mi lengua por su clítoris que aún estaba pequeño.

Ahí había terminado todo rastro de ganas de continuar con aquella sesión de sexo tan erótica. Ambas habíamos vuelto a nuestras camas para descansar y no volver a hablarnos, por lo menos hasta que tuvieran que hacerlo.

Sí, había arruinado lo mejor que me había pasado en su estadía en la cárcel.

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Fin

Aventuras Lésbicas |One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora