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Una semana antes.
Termino de acomodar mi vestido carmín. Tuve que correr gracias a una niña hermosa - nótese el sarcasmo - se puso a correr, con un refresco en la mano. Claramente chocamos y regó todo su refresco en mi vestido. Y aquí estoy, en el baño de la iglesia limpiándome.
Esta es la razón por la que nunca quisiera hijos.
Este vestido en verdad me gustaba. No suelo usarlos mucho, pero salió caro y ahora probablemente mi padre me matará por mancharlo. Sí, él me obligó a usarlo.
Es gracioso, siempre que salgo es como si no viviera triste toda mi vida. Mi cara se ilumina y me gusta hacer muchas cosas, me divierto con Tyler al salir o al venir a la iglesia por que convivo más con gente de mi entorno. Aunque para ser sincera, prefiero alejarme y llevarme con Tyler que con las chicas de la iglesia. Ellas son muy... ¿Hipócritas?
Bueno, las conozco hace muchos años, he estado en esta iglesia desde que tengo memoria y me han tratado mal a mis espaldas así qué... Bueno, en fin.
La peor enemiga de una mujer es otra mujer.
Al menos mi padre me deja estar cerca de Tyler, sería horrible si no.
Me miro al espejo por última vez.
De acuerdo, no es muy notorio el manchón. Tiro la toalla húmeda al basurero y abro la puerta blanca del baño para salir de este.
—AAAAAAH.
Pego un grito inmediatamente al salir. Mi padre salió de la nada a enfrentarme cara a cara, su rostro está rojo y me observa de arriba a abajo.
Genial... Ya sé qué dirá.
—Mírate, Anat Kissner. El vestido no te duró ni un día, Anat, ¡ni un día! —me señala con su dedo índice— Eso te pasa por estar de un lado a otro y no sentarte quieta como una señorita.
Refunfuño.
—¡Pero no es mi culpa! Fue una niña que estaba corriendo y tropezó conmi...
—Ya cállate, basta de excusas. Vete a sentar con decencia y no te pares de ahí hasta que el culto termine —señala una de las sillas que están de última fila en el salón—. A ver si así no muestras ese horrible manchón por tu indignante vestido.
Ruedo los ojos.
—Sí, porque hasta con mi "indignante presencia" los avergüenzo, ¡nunca están bien! —exclamo camino a las sillas.
—¡Y deja de responder! —lo escucho decir a mis espaldas. Se queda en silencio ya que una voz en el altar indica que el culto empezará y que se acercaran al pulpito a recibir de Dios— Me iré al frente con Janet.
Llego a las sillas blancas como todo el lugar y me siento hasta la última que toca la pared, refunfuño y me cruzo de brazos observando como se acerca al púlpito como si fuera la persona más pura del mundo. Qué asco.
Ni un domingo en noche de culto tiene paz ese señor. Cada cosa que hago parece que de alguna forma le molesta. Ya no me sorprendería si me regañara hasta por respirar.
Ay Paul.. Paul Kissner y Janet Bolat, cómo empezar por esa historia...
Observo que apagan las luces para empezar con el culto, dejando solo las luces de la proyección en grande que presenta las letras de las canciones que están produciendo, para las personas que no saben el nombre.
Entonces, como no tengo nada mejor que hacer... Mi cerebro me atormenta con recuerdos, como si se quisiese burlar de mí.
Paul Kissner, un padre empresario, con un buen monto en su cuenta de bancos. Casado con mi madrastra Janet desde que yo tenía doce años. Ella nunca ha sido de reclamarme ni decir cosas de este estilo, pero es la causante de que mi padre se comporte así conmigo... Yo sé que era diferente en un principio. La he cachado muchas veces hablándole de mí, diciéndole que no soy la hija perfecta que un empresario debería de tener... Me quedo callada pero sé observar. Y lo sé todo.

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Literalmente tú. ©
Novela Juvenil"-Soy un desastre y tú eres mi etérea destrucción. >>Lo único que nunca quise devastar". Anat empieza a sentir extrañas sensaciones físicas en su cuerpo, desde sangrados en la nariz, hasta moretones en su piel. Todo desde que empezó a disfrazarse de...