CAPÍTULO 9

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CAPITULO 9.

ELLA ESTARÁ EN MIS BRAZOS.

Por fin había llegado el fin de semana, quería levantarme tarde, pero eso no iba a poder ser ya que el otro día dejé al "chico ardilla" sin cena, se lo debía y bueno también tenía hambre, anoche me hizo enojar tanto que terminé castigándome yo sola al encerrarme en mí habitación. Me estiré en el sofá cama y acto seguido me senté, antes de salir de la habitación y que hasta hace unos días era su cuarto de estudio, me asomé, no quería topármelo como el otro día, me sonrojé de solo recordarlo, nunca me imaginé que tuviera la manía de pasearse por todo el departamento con el dorso desnudo, creo que aún sigo impactada y un poco envidiosa de ese cuerpo perfecto y bien marcado, yo por más ejercicio que hago, solo estoy delgada pero no se nota ni un solo cuadro en el abdomen, me levanté la blusa y vi mi estómago, lancé un gran suspiro de decepción. Fui al baño que estaba en la sala, me lavé el rostro, la boca, me mojé el cabello y lo sujeté en un chongo, regresé a mi habitación, cambié la pijama por ropa deportiva, le agradezco tanto a tía Mary que me enviara mis demás maletas, parecía retrato con la misma ropa casi toda una semana, además creo que sospechó de mis problemas económicos y me envió un poco de dinero. Me lancé a la cocina y empecé a buscar en la despensa y el refrigerador, piqué algunos pimientos entre otras cosas, corté pan, prepare café, estaba algo aburrida así que puse un poco de música, encontré una canción de una de mis bandas favoritas, coloqué los auriculares en mis oídos y seguí haciendo el desayuno, mientras cocinaba empecé a cantar, ese día me sentía con más ánimo que en días anteriores, estaba tan de buenas que empecé a bailar un poco alocada, saltando y moviendo las manos, incluso tomé una cuchara como micrófono, ¡dios, amo esta canción!, tanto que activé la repetición, sacudí la cabeza mientras cantaba el coro, y así terminé de cocinar, ¡después... muchos minutos después!, cuando al fin terminé de rellenar el pan con la preparación que hice coloqué los sándwiches en los platos, di la vuelta para ponerlos en la barra.

- ¡Ah! – grité y me sobresalté que casi tiro los platos, frente a mí estaba el "diablo", en verdad aparece y desaparece de manera misteriosa y sigilosa. Tenía el codo recargado en la barra y el mentón sobre la palma de su mano, ¡qué mala suerte tengo!, primero, porque me vio haciendo mi show en la cocina y segundo, porque parece que no se le quitara esa manía de no traer camisa, dejé los platos en la barra y me saqué los auriculares de los oídos.

- ¡Anda, continúa! – sonreía y me miraba de una manera extraña.

- ¿Eres una clase de espía? – le cuestioné – o solo eres fisgón – reclamé - ¿Cuánto llevas ahí? – esperaba no hubiera sido tanto tiempo, él caminó hacia el sillón, me quedé observándolo, ¿será nadador?, que músculos en su omoplatos, salí de mí trance y fui a servir el café, lo miré de reojo ponerse una playera blanca, tenía puestos unos pants grises, en verdad se miraba bien con cualquier prenda, sacudí la cabeza para sacarme esos pensamientos de la mente – y entonces, ¿cuánto llevabas ahí? – traté de sonar sería, dejé las tazas de café sobre la barra.

- El suficiente tiempo como para... - tomó una cuchara y la utilizó como micrófono, empezó a cantar y sacudió su larga melena castaña, sentí que las mejillas me ardieron de la vergüenza y el coraje.

- Si vas a estar así mejor me voy a mí habitación – tomé el plato y la taza de café.

- ¡Vamos, Chicago! – se puso frente a mí para cerrarme el paso – es solo una broma – lo miré con reproche – no te lo tomes tan apecho – me quitó el plato de las manos y lo puso junto al suyo.

- Tú y tus bromas – bufé, un mechón de mí cabello se había soltado y caído a la altura de mí sien.

- No me dejes desayunado solo – se quedó inmóvil frente a mí, extendió su mano, sentí que iba a sujetar mi mechón con sus largos dedos, pero a medio camino se detuvo – anda siéntate – al fin dejó de obstruirme el paso, yo me senté y él fue a servir un poco de jugo. ¿Qué era este calor abrumador que me recorría el cuerpo, cada qué lo tenía cerca?, no quise averiguarlo así que mejor le pegué tremenda mordida al sándwich.

THE VIOLETSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora