Capitulo 9

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Reconocía esa voz y ese perfume dónde sea, por lo que sabía que esperar cuando levanté la mirada; Robert estaba parado frente a mi con el ceño fruncido y con preocupación en los ojos. Vestía casual, haciéndolo ver más joven de lo normal y a un lado suyo había una maleta. Hice un puchero y me permití llorar, estaba tan abrumada que era lo único capaz de hacer.

-Oye, ¿qué pasó?-se hincó a mi altura.

Entre balbuceos y sollozos intenté explicarle todo lo que me había pasado hoy, me escuchaba con atención y tomó mi mano, reconfortándome.

-Oh darling, lamento mucho oír eso.-dijo mientras se sentaba en el suelo conmigo y me acurrucaba en su pecho.- No era para que me hicieras caso cuando dije que esto podría pasar.-intentó bromear.

Una pequeña risa salió de mi boca, pero sonó más como un quejido. Me aferré más a él y aspiré su perfume, relajándome y haciéndome olvidar por un momento esa mala pasada.

-¿Alguna vez te he dicho que tu perfume te hace oler como señor?-pregunté contra su cuello, soltó una pequeña risita.

-Bien que te encanta.

-No lo puedo negar.

Nos quedamos un momento en silencio mientras él me abrazaba y mecía ligeramente, tranquilizándome.

-Ahora no puedo entrar a la habitación porque he olvidado la llave adentro.-hice otro puchero.

Robert besó mi frente y se dispuso a levantarse para después ayudarme hacer lo mismo.

-Regreso en un momento.-dijo y después se dirigió hacia donde estaba una mucama.

Cuando ella lo vio acercarse de inmediato se puso nerviosa y comenzó a jugar con su cabello, Robert le dijo algo y después sacó su cartera y le extendió un billete, que por el color parecía que era un euro, ella lo tomó con las mejillas sonrojadas para después caminar hacia donde yo estaba, con mi chico siguiéndola con una sonrisa de autosuficiencia. La mucama sacó una tarjeta de su delantal y con ella logró abrir la puerta, se despidió de nosotros y rápidamente desapareció por el pasillo. Robert tomó todas mis bolsas y la maleta dejándome entrar primero. En cuanto la puerta se cerró volví a abrazarlo para seguir llorando.

-Tranquila,-dijo acariciando mi cabeza.-todo está bien.

Quería creerle, él era mi lugar seguro. Cinco minutos después Anne entró por la puerta y su sonrisa decayó en cuanto me vio.

-¿Qué pasó? ¿estás bien?-preguntó con preocupación.

No podía hablar, las palabras no salían de mi boca y fue Robert quien le contó lo sucedido.

-Oh Isa, no fue tu culpa,-dijo con cariño mientras acariciaba mi brazo.- quizás un poco de mala suerte pero todos están bien, tú estás bien.

Sus palabras me tranquilizaban, pero sobre todo la presencia de Robert evitaban que me diera una crisis.

-Tengo una entrevista en unas horas y no sé que hacer con esto.- apunté mi cabello.

-Podrías cancelar, no te encuentras bien.-dijo Anne examinando la bola de chicle que tenía en él.

-No puedo hacerle eso, Eleonor cuenta conmigo y no me parece correcto cancelarle.

Tanto Robert como Anne hicieron una mueca no muy convencidos de mis palabras. Miré a ambos de manera suplicante, a pesar de haber tenido un pésimo día no podía fallar a alguien que me necesitaba.

-Creo que puedo hacer algo con esto:-dijo Anne con resignación, sabía que no me iba hacer cambiar de opinión.-tendremos que cortarlo.

De inmediato volteé a verla, siempre he tenido con el mismo corte y el mismo largo durante toda mi vida, no era mucho de mi agrado hacer cambios tan radicales. No podía negar que tendría que cortar a la altura sobre mis hombros, pues el chicle se había extendido lo suficiente como para arruinar considerablemente mi cabello.

The December WeddingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora