Capítulo 3

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Era Sofía, la madre de Graciela, los dos se pusieron nerviosos y no sabían que hacer, y en ese momento, a ella se la ocurrió algo y corrió hacia su cuarto.

-Mamá, ¿de dónde vienes?

-De la compra, ¿no habías ido a comer con María?

-Sí, pero ya he venido.. -dijo algo nerviosa- ¡corre, ven a mi habitación!

Entonces, cuando la madre de la chica iba a su habitación, el muchacho salió del salón y se fue hacia la puerta principal.

-¿Que pasa Graciela? 

-Eh… ¿me has comprado el disco? 

¿Qué disco?, ella nunca la había pedido ningún disco a su madre.

-No me has pedido ninguno.

Entonces sonó cómo se cerraba la puerta y la madre se estaba girando para ver qué pasaba.

-¡El de Oasis! -gritó sin saber que decir.

-Ah, pues no me suena que me hayas pedido nada.

Graciela suspiró, aliviada, no la había pillado por los pelos.

 Entonces recordó lo sucedido con Adrián, que se había dado cuenta por dónde iba aquél chico… ¿acaso solo la quería para eso?

Llamó a María para contarla todo e ir a comer algo, pues no había comido en todo el día y estaba muerta de hambre.

 Sonó el timbre y esta vez abrió Sofía.

-Hola María, ¿qué tal lo habéis pasado? 

-Eh… bien.

Entonces las dos se marcharon a comer algo y, al llegar al restaurante, comenzó a contarla todo.

-Venga, cuéntame todo, con detalle.

-Pues eso… que estábamos en mi casa, en el sillón…

-¿Cómo? ¡¿En tu casa?! 

-Sí, y entonces el me besó…

-¡¿Que te besó?!

-¿Quieres dejar de interrumpirme? -dijo poniéndola mala cara.

-Vale, lo siento. -respondió con una sonrisa.

-Bueno, que me besó y me puso la mano en la pierna… y empezó a subir, entonces me retiré y entró mi madre.

María puso cara de sorpresa y no dejaba de prestar atención.

-Pero me fui a mi habitación y mientras la despistaba él se fue, pero casi nos pilla… ¿tú crees que él sólo quiere aprovecharse de mí?

-No sé… no le conozco tanto, pero duró mucho tiempo con su antigua novia.

Tras comer, estaban dando un paseo cuando sonó el móvil de Graciela.

-¿Quién es? -preguntó María.

-Es Adrián, dice que siente lo de esta mañana y que esta noche vaya a su casa, que no hay nadie y que puedo dormir allí. ¿Qué hago?

-¿Tú quieres ir?

-Claro, pero no se… me parece muy precipitado, a penas conozco a ese chico.

-Bueno… si quieres ir, ¿por qué no?

Un soplo de esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora