Capítulo 5

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No lo podía creer, había confiado en un chico que la llevó a colarse a la casa de unos desconocidos. Graciela había llegado a la conclusión de que no la venía bien estar con aquel chico, que cualquier día podría pillarle la policía. Por muy duro que fuese, tenía que dejar de quedar con él.

Al no encontrar apoyo en Adrián, decidió ir a casa de María, ya que necesitaba un hombro en el que llorar por todo lo sucedido.

-Graciela, siento mucho lo de tu abuela, ahora estará en un lugar...

-Ya, en un lugar mejor, me conozco la frase, y me da igual donde esté, lo que sé es que ya no está aquí...

-Lo siento, de verdad...

Graciela no aguantó más y rompió a llorar a moco tendido, mientras entre balbuceos contaba a María lo de la casa de Adrián.

-No me lo puedo creer, no me esperaba algo así de él, es que si fuese una casa abandonada, bueno... pero vivía gente allí...

-Lo sé, lo que no entiendo es de dónde sacó las llaves, lo que faltaba es que también fuese robando a la gente...

-Es verdad, y, ¿cómo sabía cuando volvían sus dueños?

-Ni idea, pero lo pienso averiguar.

Llegó la mañana siguiente y con ella, el entierro de su abuela. Tras acabar, su madre convenció a María para que llevara a Graciela a tomar algo y se despejase.

Unas horas después, fueron a una cafetería, pues Graciela había estado descansando. Miraron la carta, pero no tenían hambre, así que pidieron un batido. Tras hablar un rato, María se dio cuenta de que había un chico de ojos azules que las estaba mirando.

-Ves, Graciela, para qué necesitas a Adrián, si tienes a un montón de tíos haciendo cola.

-¿Qué dices?

-Sí, el chico de la barra, que te está mirando.

-No, te mira a ti.

Entonces, el chico comenzó a andar hacia ellas y las dos miraron rápidamente hacia otro lado.

-Hola, chicas, yo soy Marcos.- Dijo mirando a María.

-Hola, yo soy María, y esta es mi amiga Graciela, encantada.

-Tu amiga es un poco vergonzosa, ¿no? Ya que no sabe hablar, dila que me gustaría tener su número.

-Sí, sí que sé hablar, pero no con cerdos.- Dijo Graciela.

-Vaya humos me traes...

-Hoy no es el día, gilipollas.

El chico se fue, sin saber que decir.

-Graciela, ¿eres tonta? ¿Tú has visto cómo estaba ese chico?

-¿Tú crees que tiene derecho a ligar conmigo después del entierro de mi abuela?- Exclamó con los ojos llorosos.

-Ya, bueno... pero eso él no lo sabe.

-Lo sé, pero no estoy de humor.

Al día siguiente, Graciela estaba en casa con su madre, que estaba sentada en el sofá.

-Hija, ¿por qué no vas a despejarte un poco?

-La mujer que me ha criado se ha ido para siempre, ¿y tú me dices que me vaya de fiesta?

-No, no he dicho eso, y la que te ha criado he sido yo.

-¿A estar drogada en la cama mientras yo lloraba lo llamas criarme?

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⏰ Última actualización: Jan 20, 2016 ⏰

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