Graciela se despertó, al oler algo raro, como a tostadas. Al abrir los ojos, lo primero que vio fue una bandeja en el lado de la cama donde estaba Adrián, con un zumo de naranja, tostadas y un vaso de leche. Al lado había un clavel rojo junto a una nota en la que ponía: “Buenos días dormilona, he tenido que irme, cámbiate e intenta irte antes de las 12, que vienen mis padres” y un corazón dibujado.
Aquello le parecía surrealista, algo la decía que no se fiase de aquél chico, ¿la invitó a su casa conociéndola de tan solo dos días? y, ¿dónde se había metido él?
La chica pegó un bocado a la tostada y se cambió, pues ya eran las once y media, bajó las escaleras, pero decidió sentarse un momento a hablar con María para contarla todo.
Tras 3 tonos al fin cogió el teléfono.
-¿Hola?- Contestó la chica con voz algo adormecida.
-Hola, soy Graciela, ¿estabas dormida?
-Bueno, acababa de despertarme, ¿sigues con él?
-Que va, se ha ido y me ha dejado una nota, pero hemos dormido juntos.
-¿Juntos?¿en la misma cama?
-Sí, su casa es enorme, y además tiene criada.
-¿Enserio? No me pega nada.
Hablaron otro rato pero la chica tuvo que colgar, se la había pasado la hora y ya eran menos diez. En el momento justo en el que estaba haciendo el esfuerzo para levantarse, escuchó unas llaves, y corriendo fue al patio.
Era una pareja de adultos, tenían unos 50 años, pensó que seguramente fuesen los padres del muchacho.
Se metieron en la cocina y entonces ella salió rápidamente por la puerta.
Mientras caminaba hacia el metro, le contaba al chico por mensaje lo que la había pasado y le preguntó que por qué se había ido.
Al llegar a casa, el chico la respondió, diciendo que había quedado con unos amigos.
Fue a la cama, a descansar otro rato porque no había dormido a penas. Se tumbó, algo intranquila, pues no se acababa de creer que Adrián hubiese quedado con amigos.
Su madre la despertó sobresaltándola a la una y media, decía que había pasado algo muy malo, que se levantase corriendo.
Se levantó lo más rápido que pudo, su corazón iba a mil por hora, parecía que se la iba a salir del pecho.
-¿Qué pasa mama?
-Es abuela.
-¿Qué ha pasado?
-Otro infarto, los médicos están en su casa, vamos, que te llevo.
Se quedó de piedra, no contestó, pues no tenía palabras.
Rápidamente montó en el coche y al llegar, vio una ambulancia en la puerta, se bajó y entró a la casa corriendo.
Los médicos dijeron que a penas la quedaba una hora de vida, su corazón estaba dejando de latir y ya estaba muy pálida.
Graciela entró a la habitación de su abuela, que se encontraba postrada en la cama, se sentó en la silla que estaba a su lado y la cogió de la mano.
Miraba su cara, tenía una pequeña nariz, al igual que ella, la barbilla pronunciada y se notaba el peso de los años en su arrugado rostro.
Se puso a recordar, y no pudo evitar pensar en aquella vez en la que estaba con su abuela en el parque y la preguntó que por qué los demás niños pasaban el día con sus padres y ella siempre con su abuela. La mujer, con una sonrisa en la cara la respondió: Cariño, es que sus abuelos no los quieren tanto como te quiero yo a ti.
No pudo evitar romper a llorar cuando lo recordó. Pensaba en cuántos momentos había pasado con ella y en que ya no los iba a poder repetir.
La puso la mano en el pecho y en cada frágil latido, notaba cómo se esfumaba la vida de su cuerpo. Era la mujer que la había criado, era prácticamente su madre. Entonces, su corazón dejó de latir.
Avisó a su madre, mientras su llanto se volvía más intenso, no sabía que hacer, y se fue a la calle corriendo. Se puso a correr todo lo que podía, ni ella sabía hacia donde estaba yendo.
Tras haber estado sentada en un banco, se fue a dar un paseo, cuando pasó por la calle de Adrián. Entonces decidió llamar, quizá él podía animarla.
Abrió la mujer de la pareja de la que huyó esa misma mañana.
-Hola, soy una amiga de Adrián, ¿está en casa?
-¿Adrián?
-Sí, su hijo, ¿no?
-No, nosotros no tenemos hijos, creo que te han dado mal la dirección.
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Un soplo de esperanza
Teen FictionGraciela es una chica de 16 años que, tras intentar suicidarse, decide rehacer su vida. Vive en Madrid con su madre, Sofía, cuya relación con su hija no es muy buena. Su abuela, Victoria, la crió desde muy pequeña. Tras regresar al instituto, conoce...