Capítulo 3.-

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Capítulo 3.

Una hora después Nero salió de la habitación de William con una muda de ropa que tenía ahí de cuando se iba a quedar a dormir, ya bañado y con un parche en la mejilla izquierda para cubrir el corte.

Will aún recordaba el Me deben una puta importante explicación de Fernando antes de bajarse del auto en su casa con las pequeñas. Luego de eso Nero le contó aún abrazado a él en el asiento trasero cómo habían sucedido las cosas.

 Maximiliano y su séquito salieron rápido y le interceptaron, exigiéndole que fuera con ellos. Al parecer querían usar a Nero como carnada para atraer a Will solo, lejos del Estúpido gótico engreído y darle una paliza. Cuando se rehusó y se interpuso entre ellos y las niñas los golpes le dieron a él, y entre el forcejeo Alan le había tocado el pecho dándose cuenta de los bultos, le había rajado la camiseta y habían comenzado a divertirse de lo lindo riéndose en su cara, llamándole de todo y manoseándole un poco mientras las niñas lloraban. Y casi habían metido la mano en sus pantalones pero el sonido en la puerta del vestidor les ahuyentó luego de empujar a Nero contra la pared.

William se sintió frustrado durante todo el relato, más cuando escuchaba algunos sollozos en medio de las palabras. Nero era fuerte, siempre lo había sido, al menos en el ámbito emocional. Pero el tema de su género era tabú, nunca se había sentido cómodo respecto a ello. Y que esos bastardos se hubieran enterado cuando apenas Will y la madre de Nero lo sabían era una de las peores cosas que podía pasarle.

Erick permaneció en silencio y le ayudó a William a preparar un poco de leche chocolatada caliente y a servir unas galletas. Nero se sentó algo ido en el sofá junto a Will y le agradeció la taza humeante. Will sabía que aquello le tranquilizaría un poco, y le ofreció otra taza a Erick que estaba en el sillón mientras él mismo se limitaba a mordisquear un par de galletas, pensativo.

-Ni se te ocurra, William. No vas a asumir la estúpida culpa de esto, los únicos culpables son esos…esos enfermos. –gruñó Nero luego de dejar la taza vacía en la mesa de cristal.

Will se dio cuenta de que se estaba mordiendo los mechones largos de cabello inconscientemente. Se los quitó de la boca y miro el ceño fruncido de Nero; claramente intentaba aparentar que su carácter no había sido tan doblegado como William sabía que había sido, y suspiró acongojado.

-Te querían para llegar a mí, ¿no crees que eso me haga culpable? Si sólo me hubiera apresurado a salir…

-Oh, ¡maldición, cállate! Tú no los obligaste a hacer eso, están enfermos, son unos sociópatas que deberían estar en la cárcel o un psiquiátrico. Si tuviera alguna prueba de lo que ocurrió, ten por seguro que los denunciaría. Es tan jodidamente frustrante. –berreó Nero, dejándose caer recostado en el sofá- Ahora si quieres tanto pagar esa inexistente culpabilidad deja quietas tus piernas y déjame descansar; sabes que el azúcar me atonta.

A William no le molestó en absoluto que sus piernas fueran usadas de almohada y comenzó a acariciar el cabello de Nero con cariño, sonriendo un poco al ver que su amigo no se derrumbaba como había temido.

Erick se levantó y retiró las cosas de la mesa, dejando todo en la mini cocina.

-Supongo que será mejor que venga más tarde, claro, si es que quieres. Espero que Evylane esté bien. –murmuró Erick, aún con la sonrisa amable, y tomó su mochila del sillón.

-Ah, ¡Claro! Puedes venir cuando quieras. De verdad, muchas, muchas gracias por todo, y siento meterte en este tipo de asuntos. Hasta luego, Erick.

William le sonrió y luego de hacer una seña de despedida con la cabeza Erick se fue.

Nero se acomodó en su regazo y soltó una risita.

Dusk: Darkness is dispelled.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora