Una noche cómo cualquier otra Jeongin nunca volvió a casa.
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En silencio veía cómo Hyunjin limpiaba con delicadeza mis brazos, aunque parecía tener la mente ausente pero el cuerpo presente.
No podía hablar, pues tenía una tela amarrada a mi boca ya que la cinta se despegaria por el vapor del agua, ¿estará bien? ¿Le ocurrió algo?
—Te pondré de nuevo él nylon en las manos y iré a lavar tus pies. —se estiró tomando las tiras y pasandolas por mis muñecas, me observó de reojo y después me volvió a ver fijamente. –¿Porqué me miras así? ¿No vas a quejarte?
Bajé la mirada, tal vez sólo debía mantenerme en mí posición de no hablarle ni tenerlo cercas, era lo correcto.
No me importaba lo qué el haga, tampoco lo que sintiera al final yo ya no lo consideraba nada mío, no después de esto.
Terminó y me cargó llevándome a la cama, busco una pijama limpia, ropa interior y crema hasta que finalmente había terminado se acercó a mi rostro y me dio un beso en la mejilla.
—Qué bonito te ves de ésta forma, ¿ya te lo había dicho? —su sonrisa era tan linda, tanto que comenzaba a repugnarme.
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—¡Oh! —gritaron todos a la vez cuando vieron que la última bola de pinpon caí en él vaso de Jeongin qué jugaba con Seungmin. —¡Perdiste tienen que tomarlo más los tres qué nos sobraron a nosotros!
—Demonios, creí qué ganaríamos. —bufó Seungmin aventando la pelota en cualquier lugar.
—Vaya, es qué yo estoy ya con muchas náuseas, ¿Tengo que tomarlo? —ladeó una sonrisa Jeongin con sus manos en su cadera.
Uno de los chicos se acercó quedando lo suficientemente cercas de su rostro, pasó su brazo sobre su cintura acercandoló a él.
—Puedes besarme a cambio de tomar esos vasos. —susurró con una sonrisa.
—¿Puedo? Lo haré. —Pasó sus brazos sobre los hombros de aquel chico y sin dudarlo comenzaron a besarse con él fondo de gritos de emoción de todos.
De lejos bebí mi trago sin quitar la mirada de ellos, reí amargamente ante eso.
—Hyunjin, ¿qué no Jeongin es tú novio? —la curiosidad mató a varios pues de pronto varías personas estaban rodeandome espectantes a mi respuesta.
—Si, lo es. —reposé el vaso en la mesa relamiendo mis labios y de reojo seguir viendo cómo se comian uno al otro en mis narices.
—¿Y porque se está besando con alguien más frente tuyo?
—¿Tiene algo de malo?
—Bueno, dijiste qué es tú novio.
—Ajá, pero el puede hacer lo qué quiera no le veo lo malo. —me levanté para acercarme a una chica y quitarle el cigarrillo para inhalarlo y soltar el humo.
