Caminaba en dirección a casa, me había ido hasta la otra punta de la ciudad donde los barrios son más peligrosos haciendo diversas paradas en parques cada vez más ruinosos. Lo último que quería era llegar a casa aunque sino lo hacía era muy probable que me llevara una buena reprimenda, en realidad corría peligro al estar aún por este barrio a altas horas de la noche. Mi ropa cara desentonaba con los edificios ruinosos y los vagabundos de ropa roída, mi perfume y olor a jabón desentonaba con el olor a alcantarillas y podrido, mi bolsillo lleno de monedas tintineantes desentonaba con los aullidos de lamento que salían de la nada pero mi miedo no desentonaba con el miedo de aquellas personas. En invierno muchas morían de frío pero ahora en verano todos caían como moscas por el sol y alguna que otra indigestión por comer comida en mal estado, el calor siempre era peor. Estaba todo oscuro y aunque era difícil orientarse ya me había aprendido la ruta, al girar la esquina no pude evitar toparme con un niño y su padre. El chaval de apenas diez años estaba arrinconado en un portal cerrado y su padre le propinaba una brutal paliza a pesar de los quejidos del niño. Sus ojos, jamás se me olvidarán aquellos ojos y el olor...whisky barato. No sabía qué hacer, me quedé paralizado y cuando reaccioné salí corriendo como si no hubiera visto nada aunque todo hubiera quedado grabado en mi retina. Después de caminar unas cuantas horas más sin darme cuenta de que caminaba llegué a mi casa. Era la típica casa blanca de dos pisos con porche y un jardín delantero bien cuidado, solo viéndola sabías que allí vivía una buena ama de casa preciosa con su marido apuesto, un hombre de negocios, y sus hijos, sino los tenían pronto sería así, resumiendo, la típica familia de película. La luz del porche estaba apagada aunque al abrir la puerta de metal del jardín se veía que en el salón la luz de la mesita estaba encendida. Antes de poder abrir la puerta mi padre se adelantó. Sin mediar palabra me agarró del cuello de mi camisa almidonada, me metió dentro de casa y a la vez que cerraba la puerta con cuidado me lanzaba al borde de las escaleras con brusquedad. Allí sin importarle que mi madre y mi hermana pequeña se despertaran me propinó una brutal paliza. Mis huesos crujían, ya no sabía si era al contacto de los escalones o al de sus puños. Mientras no dejaba de pensar en aquel niño y en sus ojos, tampoco en que el humo de la pipa de mi padre no había ocultado el olor de su whisky irlandés.
Quería salir corriendo pero me quedé paralizado, quería llorar pero no podía ni respirar quería ver la esperanza pero solo podía ver los ojos de aquel niño del portal.

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Retos.
Non-FictionAquí publicaré una serie de retos. También se pueden encontrar en mi blog. - Dulce pesadilla: consiste en escribir algo bajo el concepto de dulce pesadilla.