* 5 *

47 16 42
                                    


El viento susurraba en el odio de Lyra, moviendo su cabello por todo su rostro haciéndola lucir como un ángel perdido.

Estaba tendida en el piso, inconsciente, la luna brillaba con todo su esplendor.

Lyra despertó mientras era zarandeada por unos fuerte brazos.

-Ly, dime que estas bien. Tu..madre- dijo Alina mientras Lyra iba despertando y recuperando la consciencia poco a poco.

-¡Oh! Por todos los cielos creo que apreté demasiado tu corsé- habló de nuevo la chica muy apenada.

Alina ayudó a Lyra para que se incorporara. Poco a poco y recargada en la pared del pasillo Lyra comenzó a entender lo que pasaba a su alrededor. Alina se hincó frente a ella tocando su rostro para comprobar que estaba bien. Sus manos recorrían sus mejillas como cerciorándose que seguía con los ojos abiertos. La azabache se acerco mas. Sus respiraciones se mezclaban y Lyra con el pensamiento todavía nublado respiro profundo haciendo que sus cuerpos quedaran todavía más cerca. Las mariposas en la boca de su estomago amenazaban con salir. Alina estaba tan cerca que Lyra podía apreciar los pequeños destellos en sus ojos. Sus pestañas revoloteaban con su respiración. Lyra bajó la mirada a su regordetes labios.

Y entonces se separaron, o mas bien lo hizo Alina. Volteando la mirada y levantándose. El tiempo volvió a correr y Lyra pudo sentir el frío de la madrugada.

-Vamos Ly- dijo Alina después de unos segundos, mientras se alejaba por el pasillo. –Que.. que par..a ¿que?- respondió Lyra, un poco aturdida aún.

-Tu madre está en cama, al final del baile se sintió muy indispuesta..- le respondió Alina.

-¿Cómo?¿Por que?- dijo Lyra incorporándose y totalmente desorientada caminó hasta donde se encontraba Alina.

-Ella se encontraba mal desde hace unos meses, pero no quiso decir nada y bueno........ Hoy en la noche se desmayó mientras iba a su aposento.- explicó Alina con suma cautela, dejando pasar a Lyra hacia el siguiente pasillo.

-¡TU COMO LO SABES! Es mi madre Alina ¡¿por qué no me dijiste nada?!- exclamo Lyra muy alterada mientras perseguía a su dama de compañía hacia una escalera. 

-Mira...mhm eran solo rumores y yo...no se- respondió Alina mientras la guiaba por pasillos y escaleras para llegar al aposento de Hera. –Yo lo siento Ly, nadie pensó que fuera tan grave. -Tu padre hizo llamar a los mejores curanderos de Ingamad y la están revisando- agregó la azabache.

Llagaron a la puerta en dorados del aposento real. Ambas estaban resollando pues ese castillo era bastante intrincado.

La madre de Lyra estaba recostada en la cama. Sabanas y sabanas cubrían su delicado cuerpo. Su cabello estaba desparramado por las almohadas, haciéndola ver muy desmejorada.

Unos cuantos curanderos, elfos y hechiceros rondaban la cama, inspeccionándola y soltando diagnósticos al azar, mientras escrutaban su rostro en busca de algo.

Su padre daba vueltas por la habitación, acariciándose la barba de vez en cuando. Murmuraba hechizos de salud para si mismo, como considerando las posibilidades.

Cuando los ojos de Hera cayeron en Lyra hizo un movimiento con la mano para que todos se retiraran. Todos salieron apresurados por la puerta, pero su padre se quedó en el aposento.

 –Abraham, podrías salir unos momentos, tu igual querida- dijo con la voz apagada haciendo un gesto señalando al hombre y a la muchacha de negro cabello para que salieran. –Voy a estar bien, solo es una charla rápida- agregó velozmente al ver como el ceño de su esposo comenzaba a fruncirse en preocupación.

𝕷𝖆 𝖈𝖍𝖎𝖈𝖆 𝖖𝖚𝖊 𝖘𝖊 𝖆𝖙𝖗𝖊𝖛𝖎ó 𝖆 𝖘𝖆𝖇𝖊𝖗   ... #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora