Capítulo 14. Sonreír

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"Hay veces que el universo pareciera decidir por nosotros, todo tiene un motivo, si quieres llámalo destino"

El regreso a casa fue muy diferente, prácticamente me fui siendo una persona y regrese siendo otra completamente distinta, aunque en realidad el cambio llevo su tiempo, solo que mi mente olvido el proceso, pero mi esencia permaneció, todo lo que aprendí y viví con Elian quedo de cierta forma impregnado.

Estamos a unas cuadras de la casa, desde la ventana del auto puedo disfrutar del paisaje nocturno de la calle, aquella donde vi a Elian por primera vez, aquella donde la adición de Elian a mi vida se volvió oficial.

*****

Mayo ha llegado, camino con tranquilidad de vuelta a casa, frente a mí, caminando en dirección opuesta a la mía, el chico de envoltura dañada y mirada de otoño, me sonríe al notar mi presencia y detiene sus pasos, mientras pareciera que espera algo.

- Miel, que gusto me da volverte a ver – menciona cuando paso a su lado.

- Veo que ya estas mejor – confirmo a la vez que sigo mi camino a casa, si bien aun tiene rastros de los golpes, camina bien y con seguridad, sin muecas de dolor a diferencia de nuestro primer encuentro, aunque era entendible ya habían pasado algunas semanas desde que sucedió, no todos tardan tanto en curar y cicatrizar sus heridas como me pasa a mí.

- Ya te lo había dicho lo único dañado era mi envoltura.

- ¿En que te puedo ayudar? – digo mientras sigo caminando un poco más lento con el siguiendo mis pasos – ¿Quieres mi celular otra vez?

- En realidad, hoy soy yo quien te va a ayudar.

- ¿Como? – me detengo abruptamente, con sorpresa y confusión ¿en que podría ayudarme él a mí?

- Tengo algo tuyo.

- ¿Algo mío?

- Toma – Del bolsillo de su pantalón saca mi pulsera, la que tiene el dije de tarrito de miel ¿Cómo llego a sus manos? ¿Cómo no note que no la tenía en todo este tiempo? Elia tienes que prestar más atención.

- ¿Cómo sabes que es mía?

- Intuición – se encoje de hombros – y por la cara que pusiste cuando la viste.

- ¿Qué cara puse?

- Brillaron tus ojos.

- ¿Cómo es que lo tienes tú? – extiendo mi mano para recibirla, pero él aleja su mano.

- Sencillo, porque yo lo tome, es muy linda – la contempla.

- ¿Cómo que tú lo tomaste? – aleja más su mano, para que no la pueda alcanzar.

- Eres muy distraída, Miel – eso no era un secreto para nadie, hasta yo estaba consiente de eso.

- ¿Y que con eso?

- Que podrían robarte muy fácil.

- ¿Robarme? – sin duda mi voz salió asustada, sabía que tenía que confiar más en mis instintos de supervivencia, dejo de intentar alcanzar mi pulsera, doy unos pasos hacia atrás sin duda quería volver sana y salva a mi casa.

Podía ser valiente y segura, pero sé que el mundo no es perfecto y que hay mil situaciones que ponen en riesgos nuestra existencia continuamente y sin duda aun quería hacer muchas cosas, no tenia claro que, pero sabía que no pondría mi vida en peligro, por una simple pulsera, que en realidad no era simple, era especial, pero estaba segura mi padre preferiría mil veces tenerme de vuelta aun sin la pulsera, que no verme más.

El secreto de una miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora