The kiss

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Blair.

La noche fue bastante tranquila porque aunque las pesadillas estuvieron presentes no fueron tan fuertes como las noches anteriores, me levanto de mejor humor que ayer, no hay rastro de resaca pues no tome más de lo habitual, voy al baño y abro la regadera lista para darme una ducha. Me deshago de mi pijama y ropa interior, meto mi cabeza y al agua y cuando está en la temperatura que me gusta meto el resto de mi cuerpo, la ducha no dura mas de siete minutos y salgo para secarme.

Me pongo uno de mis trajes favoritos cuando termino de secarme, agarro todas mis cosas y salgo para ir al trabajo, no creo que Ian ya esté ahí, la última imagen que vi de él me dejo claro que hoy no iba a llegar temprano, me estaciono en mi lugar y entro al edificio, llego a mi oficina y para mi sorpresa Ian ya está aquí y no está solo, está con Amos.

—Buenos días —saludo a los dos hombres.

Cuando me acerco a Ian noto que tiene una bolsa de hielo en la cabeza y un electrolito en el escritorio.

—Buenos días Blair —saluda el pelirrojo con voz cansada.

—¿Que tal la fiesta? —pregunto riéndome.

—Muy graciosa Ivanova, pero para tu información estuvo genial, estuve en el bar hasta que cerró y no me fui a la misma hora que cenicienta como otras personas —entiendo la indirecta y no me molesta para nada.

—Ian mejor no hables que por tu culpa cerré una tres horas más tarde el bar y perderé mucho dinero en pagar tiempo extra solo porque te pusiste necio y no querías irte —habla Amos burlándose—. Ah y buenos días Blair.

Le respondo el saludo a Amos y me giro de nuevo para ver a mi amigo.

—¿A que hora te fuiste del bar? —le pregunto.

—A las cinco de la mañana —dice mientras me mira con sus ojos rojos porque seguramente no durmió.

—Ian eso quiere decir que solo dormiste cuatro horas.

—De hecho fue una nada más —me interrumpe Amos—. Al llegar a su casa  no quería dormirse y se puso a cantar en la sala de su casa dos horas, mismas que yo aproveche para dormir en el cuarto de invitados luego me levanté a las siete y lo vi dormido en el sillón, fui a bañarme, arreglarme y desayunar y a las ocho en punto sonó su alarma y se levanto para venir a trabajar.

No puedo evitar reírme al imaginar a Ian cantando borracho en la sala de su casa mientras Amos dormía.

—Bueno hoy confirme mi teoría a cerca de lo idiota que eres —me rio aún más.

—Lo siento, juro no lo vuelvo a hacer, es solo que me gano la emoción del momento —dice Ian arrepentido.

Amos y yo nos miramos, no puedo evitar recordar como bailamos en el bar, Ian parece notar que nos quedamos mirando más de lo normal y se levanta a un lado mío.

—Bueno, bueno ustedes no tienen derecho a reclamarme nada porque bien que estuvieron bailando muy pegados y no se atrevan a negarlo porque mis dos preciosos ojos los vieron —Amos me mira de nuevo sonriendo nervioso y yo hago lo mismo.

—Eso no tiene nada que ver, porque él y yo solo bailamos una canción cuyo género obliga a los bailarines a estar pegados, no nos pusimos a cantar en la sala de nuestras casas borrachos o hicimos que cerraran el bar en el que estábamos tres horas mas tarde —le respondo riéndome en un intento de calmar mis nervios.

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