An Inconvenient Espionage

Capítulo 5

¡OJO! Este capítulo contiene contenido NSFW, en concreto escenas subidas de tono así que si queréis saltar esa parte, pondré marcas de inicio y fin para que podáis elegir no leerlas. Las marcas también señalas cuando hablas en un tono más "obsceno", sé que a algunas personas no les gusta leer ese tipo de cosas.

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Se detuvieron en un hotel insulso a una hora de Nagoya. Suna insistió en que siguieran conduciendo hasta llegar a Hyogo pero Osamu le ignoró. Incluso si las heridas de Suna no eran profundas, debían limpiarse correctamente. Alguien podría morir a causa de una infección con la misma facilidad que a causa de la pérdida de sangre. La infección era más lenta, pero igual de letal.

Como no podían entrar al hospital y decir que habían estado en un tiroteo, Osamu entró al hotel, reservó una habitación y dejó que Suna entrara por una puerta trasera. Subieron las escaleras juntos, Osamu iba cargando su propia bolsa y arrastrando la maleta de Suna, hasta que llegaron a su habitación asignada. Fue una degradación significativa respecto al hotel de Nagoya pero no era el peor lugar en el que Osamu había dormido.

"Quítate la camisa," dijo Osamu cuando estaban encerrados en la habitación del hotel y él estaba buscando en su bolsa un botiquín de primeros auxilios.

"Podrías ser más romántico al respecto," dijo Suna. Ya no se agarraba del brazo, pero reprimía una mueca de dolor cada vez que lo movía por accidente. Fue sutil, pero Osamu vio la rigidez de su expresión. "La mayoría de mis ligues se ofrecen para quitármela."

"Bueno no soy tu ligue, soy tu marido."

"Supongo que el matrimonio acabó con el romance, ¿eh?"

Osamu puso los ojos en blanco y empujó a Suna al pequeño pero limpio baño. Abrió la cremallera del botiquín de primeros auxilios, lo arrojó sobre la encimera y se acercó a Suna. "Bien. Lo hare yo mismo."

"Eso está mejor."

Osamu apartó la chaqueta de los hombros de Suna. Cayó al suelo y ninguno de los dos se molestó en levantarla. Entre la manga rasgada y las manchas de sangre, era una causa perdida. Osamu desabrochó la camisa de Suna con cuidado, tenía un pulso firme sólo porque había pasado años con una pistola en la mano. No podía permitirse tener dedos temblorosos.

Suna sacó un brazo de la camisa y Osamu cuidadosamente quitó la otra manga. Estaba pegada a la piel por la sangre coagulada. Un surco profundo se hundía en el brazo de Suna unos centímetros por encima de su codo. Estaba sangriento y debió haber sido doloroso, pero no era grave. Lo peor que le podría pasar a Suna era que se quedara una cicatriz nudosa; ni siquiera eso si Osamu podía evitarlo.

"Te vendrían bien algunos puntos," dijo, girando con cuidado el brazo de Suna. "Lávalo en el lavabo y lo desinfectaré. Tengo hilo y esas mierdas, puedo hacerlo bastante rápido."

Suna arqueó una ceja con escepticismo. "No pareces del tipo de cuidados paliativos."

"Atsumu se hace daño todo el tiempo. Si no hubiera aprendido a darle atención médica básica, habría muerto hace años." Osamu abrió el agua caliente y volvió al botiquín de primeros auxilios. "No tengo nada con lo qué adormecerlo. Tendrás que aguantarlo."

"Puedo manejarlo."

Veinte minutos y una buena cantidad de maldiciones más tarde, una ordenada hilera de puntos mantenía unida la herida de bala de Suna. Osamu vendó su brazo con fuerza, para mantener los puntos limpios, y volvió a meter la mano en el botiquín de primeros auxilios.

"Oh, ¿hay más?" preguntó Suna. Se sentó en la tapa del retrete cerrada, con gotas de sudor en la sien. Su expresión estaba tensa por el dolor. "Suerte la mía."