Un escape no premeditado

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Billy dejó escapar un grito al verlos caer a dos desconocidos en su habitación. La primera reacción que tuvo fue escapar de ambos sin pensarlo dos veces, pero algo lo detuvo, una sensación tan intensa de algo, o alguien, que podría ser un antiguo conocido o un recuerdo reprimido. Se giró en seco para ayudarlo a levantar y así comprobar con sus propios ojos que tenía frente a él una anomalía tan extraña como sus propios pensamientos.

Tommy estaba igual de sorprendido pero no podían dejar de mirarse de pies a cabeza: La misma altura, facciones similares, con algunas diferencias como era de esperarse, pero no podían negar que era como estar frente a un espejo. Luego de apreciar, estupefactos, todas las similitudes más notorias, pudieron contemplar con mejor detalle las diferencias. Billy, por su parte, tenía el pelo de un castaño oscuro, casi negro, y los ojos color avellana, mientras que Tommy, además de parecer un poco más alto, tenía el pelo casi blanco y los ojos de color verde.

—Yo estoy bien —dijo Ororo con ironía— no se preocupen por mí, ¡ustedes dos conózcanse!

—Mil perdones —dijo Tommy ayudándola a levantar.

—Es que esto ha sido extraño como no tienes idea. ¿Qué hacen aquí y cómo es que entraron? Tal vez la verdadera pregunta es ¿cómo salir de aquí?

—No hablarás en serio —espetó la mujer incrédula—, ¿ustedes dos no se conocen?

—Es complicado —dijeron al unísono.

—Tal vez si nos sentáramos a conversar al respecto.... —un ruido, que los gemelos identificaron como algo familiar, se escuchó aproximarse sobre sus cabezas.

—¿Sucede algo malo?

—Te tienes que ir —respondió Billy nervioso, tal vez más asustado que nervioso— no te conviene estar aquí cuando venga.

—¡Por todos los cielos! no entiendo a qué te refieres, tan solo vengo a liberarlos y ustedes no me permiten ser de ayuda.

Tommy se puso detrás de su hermano casi por instinto, mientras Billy miraba el techo con recelo, intentando adivinar los movimientos del celador que se aproximaba asechándolos sin ser visto.

—Jamás podrás salir si te atrapa.

—No hay prisión que no pueda romper.

—No creo que llegues a prisión —dijo Tommy, bromeando para no verse tan asustado.

—Me parece que no lo entienden, yo tengo la llave para salir.

De los pliegues de su capa sacó una gran llave plateada que relucía con la intensa luz que penetraba por el ventanal.

—¡Es inútil! —afirmó Billy— lo he intentado, no hay escapatoria.... ¡Dame eso!

Con afán arrebató la llave a la mujer y corrió sin pensarlo al único lugar donde podría encajar a la perfección y tanto Ororo como Tommy no tuvieron otra opción que seguirlo a donde se dirigía. Billy conocía una puerta oculta detrás de un muro de madera, era tan delgado que con su mente lo hizo pedazos para poder llegar a ella, pero al hacerlo había hecho tanto ruido que reveló su posición al celador, entonces las pisadas de este se volvieron más presentes en sus oídos. Su caminar hacía temblar toda la habitación, la cual se estaba viniendo abajo.

—¿Qué estás esperando? —dijo Tommy nervioso— ¡Está molesto, pronto destruirá el lugar!

—No hay ninguna cerradura, a no ser que.... 

Como su última escapatoria, Billy colocó la llave como si se tratase de un cello en el medio de un lugar que parecía tener la misma forma. Dio un sobresalto cuando, al colocarla como es debido, la puerta accionó su mecanismo de manera brusca mientras se abría por su cuenta, hasta que... ¡Zaz! la puerta se abría ante sus ojos, pero era tan pesada que no se podía abrir más de lo que ya estaba. Ororo se percató que era una puerta blindada y, aunque no lo quería creer, se daba cuenta que los niños en realidad eran prisioneros de aquella mansión tan extraña. Los chicos salieron de la habitación corriendo, dejando a la mujer atrás, hasta que regresó de su sopor y corrió antes que la puerta se volviese a cerrar.

Los niños le sacaban ventaja y, mientras corrían, lo que fuera aquello que ellos llamaban "el celador" destruía las paredes furioso, haciendo tambalear los pasillos para impedir que escaparan. Lo que fuera esa cosa no paraba de seguirlos, tiraría abajo todo el edificio antes de de permitir que sus prisioneros escaparan.

Llegaron a una puerta que parecía trancada, ninguno de los dos podía abrirla, hasta que Ororo se acercó y entre los tres lograron hacer que la manivela girase con lentitud, con la presión detrás de ellos por el celador persiguiéndolos. La desesperación era insoportable que no creían salir de esa con vida, hasta que por fin la puerta cedió y los chicos se abalanzaron al mismo tiempo discutiendo por ver quien pasaba primero. Tommy, siendo el más rápido, salió primero que los demás, seguido de Billy, y al final Ororo que estaba esperando poder ver aquello que los perseguía, pero no podía quedarse tanto pues los gemelos corrían peligro, pues intuía que esa cosa podía rastrearlos de alguna manera.

Al salir por la cornisa llegaron la parte más alta del edificio. No alcanzaban a ver el suelo, todo eran nubes y un viento que golpeaba con violencia sus rostros. Ororo estaba en su elemento, pero los chicos se sentían mareados y el viento podía impedirles respirar. Sin embargo, no era el momento para contemplar lo impresionante que podía ser la altura, aunque los muchachos estuviesen maravillados, pues algo terrible se aproximaba. Aquello que les seguía desde el interior de la torre se hizo presente delante de ellos; se trataba de una monstruosa ave mecánica que los asediaba, y su cantar era tan potente que los tres tuvieron que cubrir sus oídos al no soportar su intensidad. Como estaba debajo de un tejado en la cima de la torre, el ave comenzó a destruirlo para poder llegar a ellos. Los niños gritaban y Ororo no sabía qué hacer al respecto, hasta que, de un tajo, el ave logró arrancar el tejado que los protegí, entonces tuvo que actuar.

—¿Qué hacemos? —preguntó Billy encorvado esperando que el celador no lo capturase.

Un nuevo chirrido de la bestia fue suficiente para intimidarla a ella, pero no permitiría ver su misión fracasada desde el comienzo y, con una potente ráfaga de viento embistió al ave los suficientemente fuerte como para derribarla, dándoles unos segundos de ventaja. Entonces el cielo comenzó a nublarse y los truenos no se hacían esperar. Al no tener opción tuvo que levitar y llevarse a los niños con ella. Con una ráfaga de viento los hizo flotar y así lograron escapar de la torre, pero no era el final.

—¡No se separen!

Pero los chicos no controlaban sus movimientos, estaban suspendidos en el aire y gritando por sus vidas, temerosos de caer en cualquier momento. Ororo volaba con velocidad pero no podía cantar victoria, pues cuando creían haberse alejado de la torre, el ave se elevó en los cielos nuevamente, persiguiéndolos a los tres, incluso estuvo a punto de capturar a Billy, de no ser por que ella se paró en seco y le lanzó un relámpago al pájaro, pero tan solo logró aturdirlo por unos instantes, los suficientes como para alejarse.

El ave siempre estuvo a punto de atraparlos, pero terminaban por escapar siempre de sus garras, hasta que entraron en un lugar donde los edificios eran tan altos que no podían volar más alto sin superarlos. Ororo podría, seguro que sí, pero la presión y la falta de oxígeno afectaría a los chicos, quienes ya levitaban casi inconscientes, hasta que, un nuevo ataque los tomó por sorpresa. 

El ave logró posicionarse delante de ellos, logrando que Ororo se desviara hacia el lado equivocado, y terminó por chocar contra una enorme roca que caía de uno de los edificios que el ave había destrozado para impedirles escapar. El golpe había sido tan fuerte que Ororo terminó inconsciente, y los chicos no podían hacer otra cosa que gritar e intentar alcanzarla, para caer junto por lo menos, pero no se acercaron lo suficiente y terminaron por caer muy lejos de la mujer que los había rescatado. Ororo cayó al mar y el ave la había seguido, pero no pudo capturarla pues al entrar al agua la presión era tal que no la pudo soportar y terminó por escapar.


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⏰ Última actualización: Jul 28, 2021 ⏰

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