Por más que atestaba fuertes relámpagos e implacables descargas eléctricas, el muro no sufría mas que unos rasguños. Debían encontrar otra manera de llegar al otro lado si es que querían conocer al gemelo del cual poco se conocía.
—Entonces, allá afuera hay cientos de personas que me conocen.
—Y a tu hermano, más tarde podremos conversar, ahora debemos enfocarnos en llegar hasta él antes que sea tarde. Me habían dicho que esta fortaleza era impenetrable, aunque ya he llegado hasta aquí, nada fácil pero no supuso un reto para mí.
Tommy parecía divertirse con su arrogancia. Ororo era una mujer fuerte, podía verlo en sus ojos, además de ser una ¿mutante? aún le costaba trabajo acostumbrarse al término. por supuesto que tenía cientos de preguntas, pero no podían quedarse a charlar, debían de escapar, era casi un milagro incluso imaginar esa palabra en su vocabulario. Pero la facilidad con la que Ororo había llegado hasta Tommy no sería tan fácil llegar hasta a Billy, y escapar sería todavía más difícil por un perseguidor que no esperaría. Pero ella iba preparada.
De la bolsa que llevaba colgada en el hombro, sacó una llave de plata, reluciente ante la luz de los relámpagos, y se la entregó a Tommy.
—Me dijeron que debía darte esto, dicen que solo tú podrías saber cómo utilizarla.
—¿Quienes?
—Los que me contrataron, date prisa que no tenemos tiempo.
El ruido de una especie de silbido, como el que provocan las máquinas a vapor, llegó hasta sus oídos. Tommy, asustado, se aproximó a Ororo, quien miraba con suspicacia el techo, con la sospecha que, bajo aquel cielo raso, había algo de gran tamaño vigilándolos.
—Debemos darnos prisa —insinuó Tommy— él sabe que estás aquí, y no nos dejará salir.
—¿Quien? Tommy, debes decirme todo lo que sepas antes de que algo terrible pase.
—¡El celador!
Parecía preocupado por lo que estaba por suceder. En ese momento, sin previo aviso, el cielo raso se resquebrajó, o más bien, alguien del otro lado lo destrozó con facilidad, haciendo que los candelabros cayeran con gran estrépito, obligándolos a salir corriendo de la habitación. Tommy tiraba del brazo de Ororo con fuerza para hacerla caminar, pero ella estaba más impresionada que asustada por conocer lo que había sobre sus cabezas y que no podían ver. lo único que alcanzó a percibir fue una enorme manopla con garras metálicas que serían capaces de destrozarlo todo.
Al llegar a la otra habitación, Tommy no perdió el tiempo, y con su gran velocidad buscó el lugar donde insertar la llave, pero cada cerradura era pequeña, y chata, y la llave en su poder era antigua, alargada y elegante, no podía encajar en ningún lado y el tiempo comenzaba a acabarse. sobre sus cabezas avanzaba el ruido, ni sigiloso ni explosivo, era una advertencia para Ororo, ella conocía bien esos sonidos amenazantes, como el rugir de un relámpago antes del rayo. El celador estaba sobre ellos en ese momento, y no demoraría en caerles encima, por lo que tenían que actuar de inmediato. Ororo partió el suelo sobre el que estaban de pie con un relámpago, abriéndose camino hacia un lugar subterráneo que Tommy nunca habría imaginado que existía. Ninguno de los dos se hizo daño, pues Ororo levitó con el niño en brazos.
—Será mejor que te vayas, está muy molesto y no tienes oportunidad de vencerlo.
—No me asusta, cariño, y por cierto, ¿qué es este lugar?
—No lo sé, siempre estoy encerrado —respondió algo molesto.
Estaba oscuro, pero una de las habilidades de Ororo era poder ver en la oscuridad, un poco aunque sea, y gracias a ello se abrieron paso sin dificultades, escuchando al celador que buscaba por todas partes a su prisionero que había escapado.
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La guerra de los universos
Bilim KurguWilliam y Thomas, los ya conocidos hijos de la Bruja Escarlata, no lo son en esta historia. Mientras su madre causará estragos por buscar a sus hijos perdidos en un millón de universos, descubriremos que alguien más ya los ha encontrado y se ha apro...