Boquita
←♥→
Entro a la cafetería con la respiración agitada, corrí todas las cuadras desde la guardería hasta acá porque hoy se pegaron las cobijas, doña Marta ya ha abierto el local y muero de pena por llegar tarde. Corro al mostrador y le doy una sonrisa de boca cerrada a mi jefa.
─ Lo lamento, me agarro un poco tarde. ─ Le digo envolviendo el mantel blanco alrededor de mi cintura.
─ Tranquila Valentina. Ve a atender la mesa 3 por favor. ─ Asiento cogiendo uno de las libretas y el bolígrafo para ir a tomar el pedido de uno de los clientes.
─ Gracias Doña Marta.
Llegó hasta la mesa y trato de poner mi mejor cara al señor con cabello canoso, tomó su pedido y corro a dejarla a cocina, así comienza mi jornada laboral hasta mi hora de salida.
─ Hasta luego doña Marta. ─ Me despido de ella y de las demás camareras.
Camino despacio por el cansancio que siente mi cuerpo, además que voy con tiempo para ir a recoger a mi hermana. Cuando llegó a la entrada de la guardería la maestra ya está afuera con varios de los niños y cuando mi hermana se da cuenta de mi presencia corre a mis brazos y yo la recibo gustosa envolviéndola contra mi pecho.
─Nani, nani.
─ Hola mi amor. ¿Cómo te fue hoy? ─. Pregunto levantándola del suelo.
─ Bien ¿y tú? ─. Ella envuelve sus pequeñas manitos alrededor de mi cuello.
─ Bien mi princesa. ¡Vamos! ─. Nora se despide de su maestra con la mano y yo doy la vuelta dispuesta a marcharme del lugar, al hacerlo me percato de que ahí ya se encuentra la inconfundible camioneta en la que he sido transportada todos estos días.
Ruedo los ojos y antes de que los hombres se bajen de ella soy yo la que me acerco para ingresar al auto.─ Señorita Smet. ─ Me saluda el mismo guardaespaldas que me ha traído y llevado al casino todas las veces que he ido. Mi respuesta solo es un leve asentimiento de cabeza, él me abre la puerta y yo ingreso a los asientos traseros.
Recuesto mi cabeza en la ventana con cansancio, mis ojos se cierran y trato de mantenerme despierta poniendo mi atención en los grandes edificios de la ciudad para no caer dormida.
─ Seño...
─ Señorita Valentina.
─ ¡Nani! ─. Parpadeo varias veces. ¡Demonios! Me quede dormida.
─ ¿Qué sucede? ─. Pregunto despertándome del todo.
─ Ya hemos llegado señorita Valentina. ─ Asiento pasando mis manos por mis ojos.
Acomodo a Nora en mis brazos y procedo a salir de auto. Solo unos minutos después ya estamos llegando a la puerta de la oficina de Damián. El hombre que me acompaña toca varias veces la puerta del estudio.
─ Señor Mertens, la señorita Valeria ya se encuentra acá.
─ Adelante. ─ Se escucha la voz gruesa de Damián diciendo. La puerta es abierta dándome la entrada a la oficina.
─ Buenas tardes. ─ Saludo a la morena y a Damián que se encuentran en el despacho.
─ Se pueden retirar Dennis y Marcos. ─ Les dice a sus empleados. ─ Y hazte cargo de la zanahoria. ─ Frunzo el ceño ¿Qué dijo?
La morena se acerca hasta mí y le abre los brazos a mi hermana, la cual parece ya estar acostumbrada a la compañía de la muchacha. Le doy una sonrisa y se la paso.
ESTÁS LEYENDO
DEUDAS QUE SALDAR
Short StoryUna deuda que saldar, un cuerpo con el cual pagar. Cuando se le debe al diablo, no se puede salir de esa deuda con lágrimas, sino con tu alma, ¿o corazón? Advertencia: El libro es (+18) y con esta restricción me refiero que es totalmente sexual en...