CAPÍTULO 6

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Deliciosa

←♥→

Estoy terminando mis deberes del día; limpio una de las últimas mesas de la cafetería, la verdad es que estoy tardando más de lo normal porque me avergüenza ir a pedir el permiso a mi jefa para mañana, es claro que no le puedo decir la verdad, así que la única excusa que se me ocurre es decirle que debo de cuidar de Nora, por el reciente accidente con las fresas.

Respiro profundo, agarrando valor para ir a decirle a doña Martha mi inocente mentira, con paso lento me dirijo hasta la caja donde la señora está haciendo el corte del día con Maggy; mi compañera de trabajo.

─ Doña Martha. ─ Me acerco a la barra y dejó el trapo con el que estuve limpiando las mesas.

─ Cariño, ¿ya has terminado? Puedes irte si es así. ─ Ella me sonríe con amabilidad y le devuelvo el gesto.

─ Si, gracias. Bueno en realidad yo quería ver si me puede dar unos minutos. ─ Me atrevo a decir, ella asiente y le dice a Maggy que ahorita siguen con las cuentas del día.

─ Dime niña, ¿en qué puedo ayudarte?

─ Quería pedirle permiso para faltar mañana es que...

─ No hay problema, mejor dicho, tómate libre hasta el lunes. ─ Ella detiene mis palabras, no puedo evitar sonreír al escucharla hablar.

─ ¿Enserio? ─. No puedo evitar emocionarme. ─ ¡Muchas gracias! ─. Rodeo la barra y llegó hasta ella, la abrazó sin dudar.

─ Que tengas un buen fin de semana Vale. ─ Me devuelve el abrazo. ─ Ahora ya vete, tienes que ir por Norita.

─ Gracias, gracias. ─ ¿Por qué estoy tan feliz? Solo voy a pasar todo el fin de semana con Damián, o sea nada más.

A quien engaño, si desde que desperté no he podido sacarlo de mi cabeza, todo lo que sucedió anoche, se reproduce en mi mente una y otra vez.

Fue tan fantástico, que parece irreal.

No debería sentirme así, realmente dentro de cuatro o mejor dicho tres días, porque el día de hoy ya está terminando. No lo volveré a ver y pasare a ser una de las muchas que seguramente han pasado por su cama.

El problema para mí, está en que él no será uno de los muchos, porque yo solo he estado con él. En pocas palabras estoy jodida, algo me dice que he perdido más que virginidad en el transcurso de pagar esta deuda, ¡demonios! No, no, no.

Me auto ordenó dejar de tener pensamientos tontos al respecto. Salgo de la cafetería, veo a Marcos en la camioneta, está hablando por teléfono, pero apenas se percata que voy hacia él termina la llamada, estoy por llegar cuando el celular que me dio en la mañana Damián, suena en mi bolso, lo único que hice fue prenderlo ni siquiera lo traviese en todo el día, todavía no estoy muy convencido de aceptar dicho regalo.

─ ¿Si? ─. Respondo cuando doy el aparato.
─ Corderito. ─ Inevitablemente sonrió al escucharlo.
─ Damián.
─ No suenas emocionada por escucharme, ¿sigues enojado por lo de esta mañana?.
─ Solo estoy cansada. ─ Digo, en realidad ya olvidé porque discutimos.
─ Te estoy esperando, te hare relajarte. Lo prometo. ─ Mi mente vuela ante sus palabras.
─ Estaré ahí en un rato.
─ No tardes.
─ Está bien, adiós ─. Me despide y cuelgo.

Saludo a Marcos e ingreso a la camioneta.

Mis pensamientos los abarca el dueño de esos ojos cafés oscuros, desde que nos conocimos solo hemos discutido una vez y fue esta mañana, pero ni siquiera fue la gran discusión he tenido peores con mi hermano.

DEUDAS QUE SALDARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora