EPÍLOGO

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Mía

←♥→

Tres meses después.

Damián Mertens

Manejo hasta la farmacia más cercana, a anochecido, por ende, no hay mucho tráfico, decide salir yo mismo a comprar los benditos condones, porque si hoy es noche de diversión, sexo y placer, aunque últimamente ni follar logra resguardar la bestia que hay en mí.

Estos últimos meses todo ha sido una mierda total, después de esa bendita semana todo mi mundo se descontroló. Inevitablemente el corderito de ojos azules, cabello rojo, culo redondo, tetas firmes, vagina apretada, cuerpo definido, voz suave, labios carnosos, invade mi cabeza.

Demonios, siempre es lo mismo cuando pienso en ella, mi mente se pierde en su perfecto recuerdo. Esa mujer me llevó a tocar el cielo con solo dejar que me metiera entre sus piernas, su bendito coño es lo más delicioso que he llegado a probar y profanar.

Golpeo el volante con enojo por mis propios pensamientos, después de que ella cumpliera su palabra dejando que me la follara las veces que yo quisiera, en las posiciones y lugares que se me diera la gana, no he podido sacarla de mi cabeza y no es que no lo haya intentado le he dado a todo lo que tenga vagina, me he ahogado en alcohol y me he drogado hasta olvidar hasta mi nombre, pero no el de ella, hasta he llegado al punto de alucinar que son las piernas de ella en las que me meto cuando en realidad es una de las tantas putas ofrecidas que llegan a mi casino en busca de mi compañía.

Estoy totalmente mal y de una u otra manera necesito recuperar mi lucidez, concentrarme en mis negocios, volver a ser el hijo de perra que solo piensa en él, por mi mente ya ha pasado ir a buscarla, se todo de ella así que no sería difícil encontrarla, pero le di mi palabra y no la romperé.

Ella pagó la deuda, hizo todo lo que le pedí y nunca me dijo que no a pesar que rompió sus propios ideales, es una mujer en todo el sentido de la palabra y obtendrá lo mismo de mi parte por eso no he ido en su busca para saciar este deseo que se me quiere salir del cuerpo con solo pensarla.

Voy entrando al estacionamiento de la farmacia, estoy manejando tan distraído que no me percato cuando una persona se me cruza al frente, tengo que manobrear el volante rápido para no terminar pasándole el coche por encima, de prisa detengo el auto y me bajo para cerciorarme que la chica que casi arrollo se encuentre bien.

─ ¿Te encuentras bien? ─. Le pregunto, la mujer tiene el rostro tapado por su cabello mientras se sostiene el pecho con la mano.

─ Si yo lo lamento venía distr... ─ Levanta el mentón y llegó a pensar que estoy alucinando otra vez, pero si hoy no me drogué. ─ Damián.

─ Valentina. ─ Mi sonrisa se agranda al darme cuenta de mi gran suerte.

Nuestras miradas se conectan la una con la otra y nos envolvemos en una atmósfera donde solo existimos nosotros dos en total silencio. Esta hermosa como la última y primera vez que me deleité al verla, el vestido rojo que lleva hace un contraste perfecto con su cabellera y esos ojitos de corderito que me encantan ver.

─ Yo lo siento. ─Tengo que conectar bien mi cerebro que parece que está haciendo cortocircuito, muevo mi cabeza para lograr comprender sus palabras.

─ Fue mi culpa venia distraído. ─ Respondo mientras me acerco a ella, dejándola casi contra la pared a su espalda.

─ Estoy bien, yo... yo debo de irme. ─ Trata de pasar por mi lado, pero le impido el paso, coloco mis manos en su cintura en busca de contacto, la necesito y no voy a desaprovechar la oportunidad que la vida me ha regalado.

DEUDAS QUE SALDARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora