Saldado
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Los meses y semanas trascienden, mi rutina vuelve, mi única preocupación es cuidar de Nora, pagar los gastos y la casa, trabajar y no morir en el intento. Termino de limpiar la mesa y doy la vuelta hacia mi jefa, que se encuentra hablando por teléfono, espero a que termine su llamada para despedirme y luego ir a recoger a mi hermana para volver a nuestra casa.
─ Si, es la planta baja de la casa, y se comparte la cocina. ─ La escucho musitar. ─ Si, puede venir a verla cuando guste. ¡Muchas gracias! Que tenga buen día. ─ La llamada se termina y ella pone su atención en mí.
─ Niña, ¿ya has terminado? ─. Asiento.
─ ¿Hay algo más en lo que la pueda ayudar doña Martha?
─ ¿Podrías ayudarme el fin de semana a limpiar mi casa? Es que la pienso alquilar, ¿no sabes de alguien que esté buscando casa?
─ Si... bueno yo. ─ Respondo con interés.
─ ¿Te interesa? ─. Asiento, la verdad es que las cosas con Nicolás están cada vez peor y la idea de irme a cruzado por mi cabeza varias veces.
─ Podríamos negociarlo, ¿te parece hablarlo el sábado?
─ Está bien, hasta el sábado jefa. ─ Ella me sonríe, salgo de la cafetería, voy por Nora y una hora después estoy haciendo la cena en mi casa.
Mi hermana está en el cuarto haciendo algunos deberes, estoy inmersa en picar la cebolla cuando la puerta principal se abre con fuerza, volteo es Nicolás en un estado deplorable, borracho hasta las trancas y probablemente drogado también.
─ Se acabó, ¡esta mierda se acabó Smet! ─. Murmuro más para mí misma que para él, porque apenas se arrastra hacia el sofá no hay ser que lo logre despertar, no digo más solo termino con la comida, voy a la habitación, cierro con doble paso, le paso el plato a Nora porque a mí se me ha quitado el hambre totalmente, empiezo a recoger todo.
─ ¿Qué haces Vale? ─. Pregunta mi hermana después de un rato en silencio.
─ Nos mudaremos. ─ Su cara es de asombro con una mezcla de felicidad.
─ ¡¿En serio?! ─. Se levanta de la cama con entusiasmo.
─ Si, termina lo que hacías, yo terminare de hacer las maletas.
5 horas después tengo todas mis pertenecías y las de Nora en cajas y valijas, mi hermano ni siquiera se da cuenta de que pienso largarme de aquí.
Para el sábado ya tengo lo esencial en la casa de doña Martha, pero para mí desgracia debo de ir por unas ultimas cajas, por dicha mi jefa hablo con uno de los muchachos que ayuda en la cafetería para que me ayudara con la mudanza, así que aquí estoy afuera del lugar que fue por años mi hogar, en el cual me refugie después de la muerte de mis padres.
Jim y yo trabajando en equipo logramos en menos de una hora meter todas las cajas a su viejo auto.
─ Iré por unas ultimas cosas, espérame acá ya vuelvo. ─ El joven asiente, yo vuelvo a la casa, voy por los dos últimos bolsos que me hacen falta, estoy ya yendo así la salida cuando me topo la mirada furiosa de mi hermano.
─ ¿Qué haces? ─. Hoy se encuentra lucido.
─ No ves, me voy.
─ ¿Me dejas? ─. Se está conteniendo lo puedo notar.
─ Se acabó Nico, me voy ya no te soporto, me largo.
─ ¡No puedes irte!
─ Mira como hago. ─ Paso por su lado, dispuesta a cerrar este ciclo de mi vida, un fuerte agarre en mi brazo me impide marcharme. ─ ¡Suéltame! ─. Digo contra dientes.
─ Valentina, soy tu hermano no puedes dejarme.
─ No soporto más tus borracheras, deudas, está no es la vida que quiero para nuestra hermana. ─ me suelto del agarre, pero él vuelve a intentar sostenerme, hay un forcejeo que probablemente dejara marcas en mis brazos, el enojo recorre todo mi cuerpo, no lo pienso demasiado y dejo ir mi palma con fuerza contra la mejilla de mi hermano. Él queda atónico y aprovecho su distracción para huir, llego hasta la camioneta de Jim y le pido que nos marchemos, agradezco que no haga preguntas.
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Me dejo caer en la cama con cansancio han pasado algunas semanas desde la mudanza, Nora y yo hemos logrado acoplarnos bien a nuestro nuevo hogar, vivimos en el primer piso de la casa de Martha y ella en el segundo, compartimos el área de cocina y compramos la comida a medias, los términos de alquiler fue que ella me rebajaría el dinero de la renta de mi sueldo, la verdad es que estoy funcionando bien de esta manera, ahora no debo de dejar a mi niña todo el día en la guardería solo va por medio tiempo y el demás tiempo lo pasa en la casa.
Es bueno porque la casa está al lado de cafetería, por ende, en mis ratos libres le voy a dar vueltas. En conclusión, parece que todo mejora en mi vida, ahora vivo en un mejor lugar y le doy una mejor calidad de vida a mi hermana.
Y respecto a Damián pues no he sabido nada de él, desde el día de la hacienda, hay días en los simplemente me pierdo en el recuerdo de aquella semana en sus brazos, en la cual sus besos y caricias me envolvían en deseo de manera que me llevaba a conocer el paraíso.
Sé que esos días no volverán y es una mierda total porque desde el ultimo día que lo vi, supe que no lo olvidaría jamás, entregue más que mi virginidad e inocencia en cada noche de pasión que tuvimos, como tonta colegiala caí en las redes de cupido. Rio ante lo tonto que eso se escucha.
Y es demasiado estúpido lo sé, ¿quién diablos se enamora en una semana? Yo, pues yo, el problema fue que me entregue con el corazón y ese fue mi más grande error, pero o sea ¿Cómo se supone que me quitara los sentimientos cuando estábamos bajo las sabanas? Igual, aunque hubiera una respuesta, ya no hay solución ya paso, ya lo hice ahora solo queda olvidar.
Olvidar, olvidar se oye demasiado difícil y lejano, estoy perdida hasta los huesos, el recuerdo de esos ojos oscuros que me recorrían la figura de pies a cabeza, me besaba y veneraba el cuerpo como si del de una diosa se tratara no se marcha.
Supongo que eso es lo único que quedara para mí de Damián Mertens y de lo que tengo que vivir porque el trato acabo.
La deuda ha sido saldada.
¡Fin!
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DEUDAS QUE SALDAR
Short StoryUna deuda que saldar, un cuerpo con el cual pagar. Cuando se le debe al diablo, no se puede salir de esa deuda con lágrimas, sino con tu alma, ¿o corazón? Advertencia: El libro es (+18) y con esta restricción me refiero que es totalmente sexual en...