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Katsuki estaba agotado, solo quería llegar a su hogar y lanzarse a los brazos de morfeo. 

No sin antes llevarse a la cama consigo a su amado esposo pecoso, dormir pegado a su cuerpo y colocar sus manos en su pequeña cintura trazando en ella un movimiento circular y así disfrutar del contacto con su piel... es como estar en el paraíso.

El simple pensamiento, le hizo sentirse más relajado.

El rubio ceniza iba de salida de su trabajo, a las afueras del gran edificio de la compañía que su familia es dueña se encontraba estacionada su auto deportivo rojo y al por fin estar dentro del vehículo colocando sus manos al volante pudo suspirar de alivio. Katsuki encendiendo el motor tomo rumbo a su hogar no sin antes encender la radio y escuchar cualquier canción para distraerse un rato.

Luego de conducir varias cuadras, pudo visualizar a la vuelta del siguiente semáforo su edificio donde vivían su pareja y él desde hace varios años la cual gracias a sus ahorros y esfuerzos, pudieron comprarla y cultivar allí su nido de amor personal. Se detuvo en el semáforo que marco en rojo, y aprovecho esos instantes para darle una revisada a su celular, el sonido del motor en pausa junto a la música aburrida de fondo ocasionaba que de vez en cuando sus párpados fueran tentados a cerrarse, pero, para mantenerse despierto mordió su mejilla derecha y luego de obligarse a sí mismo mantener los párpados abiertos fue que la luz del semáforo cambio a verde.

Ni tiempo le dio de ver la hora.

Simplemente chasqueo la lengua restandole importancia, después de todo ya estaba a nada de llegar a su hogar ¿Por qué quejarse ahora? Podía maldecir a todos los extras incompetentes después de estar al cien por ciento de energías para así poder pensar en mejores insultos en vez de decir el mismo varias veces, hasta para él es patético gritar maldito extra sin algún insulto de respaldo para intimidar al personal que estaba bajo su cargo.

Vamos, estamos hablando de Bakugo Katsuki. Él debe de decir lo mejor de lo mejor a los bastardos de mierda que son sus compañeros de trabajo, lo normal.

Sin darse cuenta ya se encontraba en la entrada de su departamento y con lentitud saco las llaves para poder ingresar, apenas entra solo lo recibe la luz encendida de la cocina y el silencio de la noche era el que predominaba en el ambiente. Enarcó una ceja al percatarse de la luz de la cocina, luego de cerrar con seguro la entrada y quitarse los zapatos entra despacio en medias haciendo leves masajes a sus hombros tensos para así soltar un bostezo grande provocando algunas lágrimas pequeñas en sus ojos por causa del mismo.

Ladeo la cabeza al encontrarse con unos onigiris envueltos en un papel trasparente en medio de la gran mesa, parpadeo tomando entre sus manos el que estaba mordido y observo la nota situada a un costado.

Para Kacchan.

Con amor Deku.

Luego de quitar la envoltura no pudo evitar olfatearlo con desconfianza, frunció el ceño al no encontrar nada raro en el olor. Aún así no quería bajar la guardia ante el aperitivo ya que aunque ame bastante a su pareja sabe de sobra que, él no se desenvuelve bien en la cocina.

¿Por qué decía mentiras? El bastardo era incluso capaz de quemar el agua, las cosas como son.

 Su estomago rugió, aquello le recordó que por estar tan atareado en su trabajo ni pudo degustar del almuerzo que se había preparado para ese día. Nuevamente observo el onigiri y con resignación decidió probarlo. Un mordisco, dos mordiscos... Esta bien, debe de admitir que se esforzó bastante.

Quizás le falte un poco más de sal, pero es aceptable.

Hizo todo el procedimiento de siempre. Cocinar, limpiar y desempacar sus cosas aunque en otras noches dependiendo de cuan cansado este deja todo tal cual y se va directo a la cama, pero, en esta ocasión teniendo energías extra decide arreglar un poco. Luego de tener todo en orden apaga las luces y toma rumbo a su recamara, al abrir la puerta pudo ver a la distancia el pequeño bulto que ocupa la mitad de su cama y sonríe de lado.

Vlog de Deku © | KatsuDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora