CAP 24. Caer y levantarse

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BLAKE

—¡Papá! —chillo, espantada. Apuesto que ambos, Dylan y yo, tenemos caras de terror—. ¡¿Q- qué h-haces aquí?!

—¿Qué hago...? ¡Esta es mi casa, Zoey! —su voz resuena por toda la estancia.

Cierro los ojos fuertemente queriendo que se trate de un mal sueño. De una pesadilla. De lo que sea, pero que no sea verdad.

—¡Muchacho! ¡Ven aquí ahora mismo! —continua mi padre y Dylan se acerca despacio, con la duda en sus ojos—. ¿Qué hacías metiéndole la mano a mi hija?

—¡Papá!

—Y-yo... yo solo estaba... —masculla nervioso antes de soltar un suspiro resignado—. Lo siento, no volverá a pasar.

Creo que es la primera vez en mi vida que lo veo tan avergonzado.

—¡En mi propia casa, carajo! ¡¿Cómo es posible?! —reniega mi padre y yo ruedo los ojos.

No sé qué tanto se molesta si Seth paraba pegado a mí cuando estábamos juntos. Ahí sí no decía nada, pero Dylan no puede ni darme un besito porque al señor le da un infarto.

Bueno... no era un besito inocente, pero igual.

—¿Ya nos podemos ir? —suelto, con voz cansada para que sepa que me aburre su drama.

Voltea en mi dirección y esboza una sonrisa sínica.

—¿Sí? ¿No quieres también dormir en la misma habitación con él? —me alienta, fingiendo amabilidad—. Acurrucarse y dormir en la misma cama... Suena bien, ¿verdad?

Joder, mi padre me recuerda a la madrastra de Blanca Nieves cuando le ofrece la manzana apetitosa haciéndose pasar por una ancianita indefensa. Claro que mi padre no tiene nada de indefenso, pero igual decido irritarlo un poco más.

—¿Puedo? Genial, gracias papi —respondo inocente— Ven, Dylan.

Dylan mira los ojos desorbitados por la cólera de mi padre, y duda un poco antes de acercarse a mí. Sin embargo, ni bien da dos pasos, mi padre lo coge del brazo.

—¡De eso nada! —ruge furioso y se lo lleva consigo por las escaleras—. Zoey, duérmete ya. Él y yo tenemos algo pendiente. Y ni se te ocurra seguirnos porque será peor.

Dylan me echa una última mirada y siento que estamos despidiéndonos como si no volviéramos a vernos nunca más.

Resignada, entro a la habitación y no me sorprende lo espaciosa que es. Con un ventanal inmenso, una televisión que abarca casi toda la pared, un cuarto de baño, un cuarto que asumo será el walk-in closet y una cama matrimonial.

Hago un mueca al echarme en la cama y ocupar solo un tercio de esta.

Joder, Dylan y yo sí hubiéramos podido dormir juntos...

Pasan unos minutos en los que me quedo mirando el techo, inquieta. Imagino de qué cosas puede estarle hablando, o peor, las cosas que puede estarle haciendo. Decido que me tenido suficiente cuando pasan quince minutos y no hay rastro del chico que me hace suspirar como una idiota.

Salgo de la habitación y empiezo a recorrer la mansión sin mucho interés en la decoración, pero fijándome bien en los detalles de las paredes y pasadizos.

Voy caminando por un pasillo de la primera planta, es extenso y la luz tenue de las lámparas le dan un aspecto sombrío. Toco la pared, acaricio el fino papel tapiz con la punta de los dedos y pienso en cuanto daría por haberme quedado en el apartamento con Summer, Force y Príncipe.

Mejor lo impredecibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora