El Show Debe Continuar

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Aclaraciones generales para el satisfactorio entendimiento:
devanagari = circo
fifiriche = desastre
quijongo = perro
oolito = gas
minoca = muchacha

Ahora si... el texto

"Llegó el devanagari" gritaron unos niños, "¿podemos ir?" pidieron los otros con ojos de cachorrito. Los pequeños, los grandes, los que se reían, los que no se reían, ricos, pobres, todos eran iguales ante la caseta, frente a la carpa cerrada.

"El devanagari, el devanagari" escuché desde mi vagón. Me puse mi traje, agarré mi galera favorita, negra y roja, y salí. Ví a los payasos, el hombre fuerte, la mujer barbuda, la sirena, los trapecistas, los quijongos acróbatas, el mimo y los caballos a la espera, con una sonrisa de oreja a oreja. Lucco, mi asistente se acercó y dijo:
- Carpa en orden, gradas preparadas y repletas, actos listos, falta usted. Quería comentarle también acerca de algo con el oolito...
- No hay tiempo ahora para pormenores, ¡el show debe comenzar!

Estaban todos sentados, cada algodón de azucar en manos de los niños, y de adultos no tan adultos. Se apagaron las luces y sonaron redoblantes, un foco se encendió y enfocaron al maestro de ceremonia. Con su sonrisa radiante iniciò con el show:
- Damas y caballeros, minocas y minocos, niños y niñas sean bienvenidos al Devanagari de Hindí. ¡Abriremos nuestro gran espectáculo con los fantásticos payasos!
Entró un pequeño auto al escenario y se detuvo en el centro. Luego de unos segundos de silencio, una música resonó en toda la carpa y los payasos salieron uno a uno del auto, salían de los asientos, el baúl, el capó y hasta de debajo de la carrocería. El acto transcurrió con mediana normalidad, las risas resonaban en todas las esquinas y se olía un clima de felicidad en el ambiente.

Me sentía nervioso, pero las risas me tranquilizaron. Faltaba poco para que los payasos terminaran por lo que inspire hondo e intenté relajarme, algo no andaba nada bien.
- Lucco, vení para acá ahora mismo
Apurado, Lucco se acercó a mí.
- ¿Qué sucede?
- ¡¿Qué es ese olor?! ¿Hay algún problema con la máquina de pochoclo?
- No es eso señor, quería avisarle que hay un problema con el oolito...
A partir de ese momento no escuché absolutamente nada, había terminado el acto y los aplausos y gritos me ensordecieron. Ojalá hubieran esperado un segundo más para entrar, o hubieran hecho una caída más en la cama elástica, el desastre se hubiera prevenido.

El contenedor de oolito cada vez estaba más vacío. El oolito cubría toda la carpa, cada rincón, cada una de las gradas, cada máquina de golosinas. Mientras tanto, el foco falla y la muerte se divisa en el horizonte.

Entro al escenario en la oscuridad, me coloco en el centro y anuncio:
- Ahora mi querido publico, les presento: el fifiriche de quijongos y sus locas acrobacias
Espero que se encienda el foco, pero no lo hace. El público está confundido y yo me pongo cada vez más nervioso. De repente, veo una chispa y todo se ilumina, el calor, el fuego y la luz me impiden ver lo que sucede, caigo al suelo y me desoriento.
Me levanto, veo alrededor todo en llamas, el público gritando horrorizados, los quijongos huyen, a los payasos se les corrió el maquillaje por el calor, y yo permanezco ahí, en el ojo de la tormenta. Me repito a mi mismo que el show debe continuar, me agacho y tomo mi galera, ahora más roja que antes, hago una reverencia y todo se cubre de fuego.

Ya cuando las cenizas cayeron y el humo se disipó, se puede ver, la carpa caída, el público tirado, los payasos llorando, los quijongos sin ladrar, el hombre fuerte aplastado por escombros del tren, la mujer barbuda con su barba quemada, los trapecistas desplomados en el suelo. En el centro, un hombre vestido de traje, con una galera roja y negra, tirado en el suelo, llorando.

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