Capítulo 1 | Entre La Vida Y La Muerte

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27 de noviembre, 2014

La noche parecía estar más oscura de lo normal, ni siquiera la luna podía alumbrar mi cara que estaba apoyada sobre el cristal del auto que se encontraba fría por la lluvia. El viaje de regreso al hotel me hacía sentir impaciente, aunque no sé si era por el silencio o por no saber si decirle o no a mi madre que estaba cansada de tocar el piano. Vivíamos de aquella pequeña fama que logré obtener en mi país natal, Francia, iniciando en pequeñas colectas de dinero para hospitales para luego tocar en prestigiosos hoteles de los cuales me aplaudían políticos o corruptos que estaban al borde de dejar caer un imperio creado por el pueblo.

Dejé los estudios para hacer feliz a mi madre, ya que ella se enfocaba en mi carrera de música y manejaba el dinero que ganaba. Desde pequeña, ella no me indujo al acercarme a la armonía clásica, en realidad fue por culpa de mi inquietud que me obligó a entrar en esa sala llena de lujos donde contenía aquel piano negro, brillando bajo aquella luz del foco que yo encendí con dificultad por mi corta estatura en mis siete años. Mi madre lucía sus mejores galas y charlaba con los demás soldados rusos que se encontraban en el baile, y sin tenerme en la mira, yo había empezado a tocar ese instrumento como si de un juguete se tratase, pero jamás hubiese imaginado que después de trece años eso se convertiría en mi trabajo a tiempo completo.

Ahora nos encontrábamos aquí, dejando atrás aquel teatro famoso de Ámsterdam en camino al hotel Monet Garden donde nos hospedábamos mi madre y yo.

—¿Te encuentras bien, Sophie?

Sentí el tacto de mi madre que se encontraba a mi lado, su mano acarició mi cabello y me vio por unos segundos antes de devolver su atención a la carretera.

—Todo bien—Mentí, no quería decepcionarla esta noche. Quería llegar a mi habitación y descansar las piernas por estar dos horas sentada en aquella butaca—. ¿Cuánto falta para llegar?

Me acomodé en mi asiento para verla mejor y así no torcer mi cuello.

—Ya falta poco—Me sonrió con gentileza.

Verla bajo las luces de la radio y del panel de control del auto, me hace perder en mis pensamientos por un buen rato. Ella es una mujer hermosa, de eso nunca hubo duda, posiblemente en su juventud tuvo variedad de hombres que morirían por ella. Su cabello rubio resalta mejor con su piel bronceada, sus labios curvados y siempre pintados de color rojo y una figura del cual muchas mujeres envidiarían. A pesar de la edad, mi madre se aprovecha de sus encantos y a veces coquetea con los hombres que desean contratarme. No niego que me resulta algo incómodo verla así, pero después de todo lo que hemos pasado, siempre me quedo callada cuando ella actúa.

A diferencia de mí, yo conservo mi cabello de color marrón y heredé los ojos de mi supuesto padre, marrones como el tronco de un árbol. Poco se de él, ni siquiera mi madre me permite saber de más acerca de la pequeña relación que tuvieron. De los pocos recuerdos que conservo, sólo logro recordar de que él era un hombre de gran importancia en Rusia, pero desapareció de la nada, como un diente de león siendo llevado por los aires de verano cuando las arrancamos del pasto.

—¿Te gusta Ámsterdam, cariño? —Su pregunta sonó animosa y tal vez esperaba de mí que contestara con la misma alegría que ella conservaba.

—Supongo—Bostecé—. Aunque extraño mi hogar.

Mi expresión reflejó cierta decepción al recobrar en mi cabeza mi viejo hogar en aquel pueblo pequeño, Piana. Sin embargo, sabía que a mi madre le molestaba que hablara respecto a ese tema, así que note que su sonrisa había desaparecido de repente.

—Ese ya no es nuestro hogar.

—¿Entonces dónde lo es? —Raramente decidí alzar la voz mientras enderezaba la espalda—. Ya nos hemos mudado varias veces, mamá. Quiero estar en una casa donde finalmente pueda llamarla hogar.

La Sobreviviente del Soldado del Invierno | Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora