⁂Número uno⁂

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La vida es cómo un cuento relatado por un idiota; un cuento lleno de palabrería y frenesí, que no tiene ningún sentido.

William Shakespeare.

Ojalá nadie tenga que morir sin antes haber viajado por el mundo lo suficiente. Lo más preciado que tiene el ser humano es la vista. ¿Qué será de aquellos que no pueden ver estos atardeceres tan bonitos?

Mis pensamientos poco a poco se convierten en crisis existenciales mientras viajo en el auto con mamá, de camino a nuestra nueva casa.

—¿En qué piensas tanto? -pregunta haciéndo qué voltee mi cabeza hacia ella.

—Nada, solo estoy algo inquieta por el cambio de casa. Espero que me guste el lugar.

—Te gustará, hay muchos jóvenes por ahí. Además el pueblo tiene su propia biblioteca. ¡Sorpresa!

Sonrió de forma genuina.

—Bueno, eso no lo esperaba, pero no me desagrada. —sonrió y sigo mirando por la ventanilla mientras disfruto del viaje.

Hace poco pasó algo en nuestra familia que destrozó nuestros corazones, y dejó un vacío inmenso en nuestras vidas, lo más trágico que he vivido. Por ende, mamá decidió que lo mejor para ambas sería mudarnos y cambiar de ambiente y lugar. Ahora viviremos en otra ciudad. La interrogante es; ¿Habrá sido una buena desicion?

Mis ojos se cierran lentamente hasta quedarme dormida durante unas horas.

—Dara, despierta, llegamos.

Abro los ojos lentamente, observo el panorama y estiro un poco mis brazos. Salgo del auto y me impresionó al ver la casa frente a mi. Es muy linda.

El camión de mudanza detrás de nosotras se pone en marcha para entrar las cosas de nuestra antigua casa. Mientras yo doy un vistazo dentro para ver que aguarda por mi. Tiene habitaciones amplias y los baños son preciosos, además de que tiene su propia piscina y una cocina impecable.

—Es linda, ¿no? —comenta el señor desde la sala, quien deja un mueble en el suelo.

—Sí, bastante.

—Fue una buena elección. Aunque es muy grande para solo dos personas.

Lo miro, y su comentario me sorprende un poco, pero guardo silencio y observo como sale.

—Voy a conocer un poco el lugar. —Aviso a mamá, y salgo.

No hay muchas personas afuera, pero todas las casas son bonitas y al caminar un poco más lejos visualizo la entrada de un pequeño bosque.

Camino por allí dentro, es muy verdoso todo, y el cantar de los pájaros es música para mis oídos. Hay muchas hojas en el piso, y después de caminar por minutos encuentro un lago con el agua más linda que mis ojos han visto y rodeado de plantas preciosas que lo adornan haciéndolo parecer de ensueño.

Se escuchan voces lejanas que aparentemente provienen del costado del lago. Intento seguirlas y pasos más adelante veo a un grupo de personas sentadas en el suelo con algunas bebidas mientras hablan y ríen.

Es una linda vista, quien pudiera tener amistades así.

Lista para salir de allí intento darme la vuelta e irme por donde vine sin hacer ruido para que no me noten, mi intento es fallido cuando me tropiezo con una piedra que no se de donde demonios salió, pero que me hizo caer al suelo.

—¡Maldición! —exclamó perdiendo totalmente la sutilidad.

—¿Alguien por ahí? ¿Todo bien? —escucho decir a una chica.

Seguido de eso siento pasos acercarse. De ninguna manera me quedaré, me puse de pie y salí corriendo de allí como nunca en la vida había corrido.

—¡Hey, no te haremos daño! —escucho gritar a un chico.

Pobre loco, ¿como me llegarías hacer daño? Una patada en las bolas y estás listo y servido.

Salgo del bosque y me encamino hacia mi casa, cansada de tanto correr. No puedo empezar hacer amigos desde el suelo, no puedo perder la dignidad antes de tenerla.

Al llegar a casa aún sigue todo el plan de la mudanza así que dispongo a ir al patio y sentarme mientras terminan. Sentada en el césped bajo la sombra de un frondoso árbol me quedó dormida.

—¿Hola? —abro los ojos y un extraño está a centímetros de mi con su entrecejo fruncido.

—¿Quién eres tú? —preguntó quitando su mano de mi hombro.

—Tienes que irte de mi casa. —Ordena.

Lo miro extrañada. —Es mi casa, acabo de mudarme. —Me pongo de pie y observo como se cruza de brazos y poco a poco su entrecejo se tranquiliza.

—¿Entonces cargaras tú con el secreto?

—¿Secreto? ¿De qué hablas?

—Ya sabes... el secreto del lago.

Me confundo aún más. —¿De que secreto me hablas?

El chico me mira terrorífico, y empieza a alejarse dando pasos hacia atrás. —¡No, no, no!

Sale corriendo y me dispongo a seguirlo.

—¡No, no, no! —Gritó, y abro los ojos exaltada. Mi mamá está en frente mío con sus manos en mis hombros.

—Oye, está bien, es un sueño, tranquila linda. —Me mira intentando buscar mis ojos y termina dándome un cálido abrazo que hace que mi corazón se tranquilice.

¿Fue un sueño? ¿Qué significó eso?

—Ya terminaron de entrar todo, han pasado algunas horas. Ve a tu cama y mañana organizamos todo.

—¿Qué hora es?

—Las 9.

Asiento.

—Llegamos en eso de las siete, fuiste a caminar un poco, llegaste rápido, y viniste hacia aquí a esperar.

—Tengo hambre. —Le digo.

—Genial, yo también. ¿Salimos a comer?

Asiento con una sonrisa pequeña.

Mientras camino hacia al auto recuerdo el sueño otra vez.

¿El secreto del lago? ¿Qué quiere decir eso?

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¡Hola! Después de mucho tiempo vuelvo por aquí, y esta vez con este nuevo proyecto "contando estrellas", el cual promete un poco de misterio, romance, peleas, problemas, etc, etc. Si estás aquí, gracias por seguir leerme, no sabes lo que significa eso para mi.

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