Capítulo 3

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No podía creer lo que mis ojos veían, el tipo estaba más bueno que el pan dulce relleno de nata y bañado en chocolate, su voz era tan profunda que podría llegar a hipnotizarte, aunque tenía un gracioso acento al hablar español, por lo que suponía era extranjero, lo que confirmaban sus rasgos exóticos; tés clara, cabello negro como el ébano, labios no muy grandes, no muy pequeños, más bien de un tamaño perfecto que se adecuaban a los rasgos varoniles de su rostro y de un intenso color carmesí, que bien podrías pensar estaban pintados por algún labial; más sin embargo lo que más había llamado mi atención, no eran esos rasgos tan masculinos o la forma en que sus grandes músculos se marcaban bajo la camisa de su perfecto traje bien planchando o sus zapatos perfectamente lustrados, si no esos ojos enormes y de grandes pestañas adornando la intensa tormenta que parecía desatarse en su interior y embarcándote en un intenso remolino de sensaciones, los cuales eran de un pardo color azulado que podría pasar a un perfecto gris en segundos, para volver a un azul en la misma cantidad de tiempo…

— Mjm… – un carraspeo me había sacado de mi ensoñación y escrutinio hacia el sensual extranjero frente a mí – Señorita Escárcega ¿Ha usted escuchado algo de lo que le he estado diciendo en todo este tiempo?

Y ¡Pum! Si señoras y señores ese tono arrogante con el que había pronunciado esas palabras acababan de matar todo el encanto que le daba su apariencia, sin dejar de comentar que había logrado un intenso sonrojo en mí, que me había provocado la vergüenza a la que me veía sometida por mi actitud previa al comérmelo con la mirada, pero ¿Quién le manda a estar tan bueno?

— Lo siento mucho señor, es que estoy muy nerviosa – trato de justificarme, pero lo impide haciendo que tome asiento en una incómoda silla frente a su escritorio ¿Tanto lujo y no podían permitirse sillas decentes? Me sentía algo frustrada por el momento previo, los nervios de la entrevista, las sillas incómodas y para rematar su mirada acusadora y con algo parecido a una mueca de repulsión marcada en su rostro al verme, que no ayudaba en nada y comenzaba a cabrearme.

"YA TENGO LO QUE QUERÍA DE TI"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora