Capítulo 5

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¡Jodida mierda! Eso es todo lo que puedo decir para resumir lo menos alterada posible estas seis semanas que llevaba trabajando para el gilipollas número uno en mi lista negra… y vaya que está lista había crecido bastante con el tiempo que tenía laborando en el casino, ya que la mayoría de los amigos o socios de mi "queridísimo jefe" – nótese el sarcasmo por favor– eran unos verdaderos imbéciles que se creían mejor que los demás por tener más dinero…

— Pues permítame informarle que usted no es mejor que ella, ni mejor que mi persona, por qué su dinero podrá comprar demasiadas cosas materiales, pero le falta lo más importante y de lo que carece en su totalidad, que es la educación y los buenos modales – susurro entre dientes verdaderamente molesta– ¿Ya entendió o encima de maleducado tiene retraso?

Y sí, seguro ustedes se preguntarán "¿Que está pasando aquí? ¿Cómo llegamos a esta situación?". Pues es demasiado simple, el mejor amigo del señor Maxim Seymour, mejor conocido como mi jefe, había llegado desquitando su mal humor con Mirna, la secretaria y conmigo, gritándole a ella y a mi escupiendome su café encima, mientras al señor Seymour le parecía gracioso lo que me hizo a mí y alentandolo a continuar burlándose de mí, pero lo que no sabían es que hoy está chica estaba de pésimo humor y cansada de sus tratos, me arme de valor y les dije todo lo que pensaba de ellos.

— ¡Y usted! – señaló a mi jefe fulminandolo con la mirada y apuntándole con mi dedo índice, mientras me acercaba hasta poder picar su pecho con este mismo– Me cansé de que sea un reverendo imbécil conmigo, si estaba aquí es por qué necesitaba el empleo, pero me harté de que personas ignorantes como usted y sus bastardos amigos traten de humillarte, solo por qué dije que es gay el día de la entrevista, así que… ¡Renunció!

Sin dudar ni un momento me dirijo a mi escritorio, y tomando solo mi bolso, saco el teléfono móvil de la empresa, no era necesario hacer nada con la PC portátil, ya que está estaba en el escritorio, pues acababa de terminar los informes que me habían pedido. No pensaba permitir que alguien me llamara ladrona, así que no me llevaría nada, por lo que girando me dirijo de nuevo hasta el par de imbéciles que me miraban estupefactos y sin pronunciar palabra alguna, y así, sin más pego el móvil a su pecho, dejándolo ahí, para rápidamente dirigirme a la puerta, pues había visto que el señor Seymour iba a decir algo, pero no sé lo iba a permitir, no quería escucharlo.

— Lo lamento – me tenso con la mano en la manija al escuchar esas palabras, las cuales no provenían de Maxim Seymour, si no de Alexander Novikova, su mejor amigo.

Un hombre corpulento de tés muy clara y cabello rubio, casi blanco, mentiría si dijera que sus palabras no me habían sorprendido, puesto que lo hacían, pero lo que más me impactaba era ver a dos hombres egocéntricos con el rostro adquiriendo tonos carmesí, aunque por motivos completamente diferentes entre uno y otro, ya que el ruso se notaba avergonzado, mientras el inglés era evidente que estaba tratando de no explotar de rabia.

— Por mi se lo pueden ahorrar, no me importa lo que tengan que decir, mañana pasaré a firmar mi renuncia y por mi liquidación, no pienso seguir trabajando para un narcisista, egocéntrico y vengativo hombre trata constantemente de humillar a sus empleados… ¿O debería decir empleadas? Por qué sí, me he dado cuenta de su actitud hacia el sexo femenino y déjeme decirle que es repugnante, tanto como su horrible cara de mono estreñido.

Sabía bien que me había pasado de la raya con mis palabras, más al verlo ponerse de pie colérico, admito que me daba algo de miedo y ansiedad con esa actitud, pero es entendible, el hombre me sacaba como cuarenta centímetros, ya que yo solo media 1.65 metros y el debía estar por los 2.10 metros de altura, al igual que su amigo, pero yo solo soy bastante imprudente estando enojada y ya que mi enojo comenzaba a menguar, dando paso a una oscura sensación de temor, no pude hacer más que girar rápidamente, abrir la puerta y huir antes de ver al energúmeno de mi jefe, o debería decir "ex jefe" saliendo tras de mí, con la intención de atraparme.

Por suerte para mí la puerta de un elevador vacío estaba abierta, así que corro hacia este y presiono el botón para que sus puertas se cierren viendo a un cada vez más furioso Maxim Seymour anonadado al ver las puertas cerrarse y a un hombre muy parecido a él pero un par de años mayor, quedarse estupefacto por la escenita que acababamos de montar.

"YA TENGO LO QUE QUERÍA DE TI"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora