Una hora más tarde, estamos absortos en la comida y nuestra conversación.
-Sigo creyendo que solo estás usando tu trabajo como una excusa -le digo.
-Realmente no es así.
-Oh, por favor, ¿Cuándo fue la última vez que tomaste unas vacaciones?
-No tomo vacaciones, soy jefe del destacamento de seguridad por una razón.
-No sé cómo lo haces.
-¿Qué? ¿Salvar vidas? -niego.
-¿Qué hay de tu propia vida? ¿No quieres la casa de ensueño que todas las parejas anhelan tener algún día?
-No todo el mundo anhela eso.
-Ok, estoy de acuerdo con eso, pero no entiendo cómo aún no te has cansado de todo.
-Es simple, soy bueno en lo que hago.
-Yo estaría exhausta si fuera tú.
-Pues que bueno que no lo eres.
-Aparte de estar casado con tu trabajo, ¿tienes algún otro interés? -me burlo.
-No estoy casado con mi trabajo.
-No evites la pregunta.
-Está bien, me gusta leer.
-Bueno, ahora estoy intrigada, ¿Qué tipo de cosas te gusta leer? -por un segundo casi parece que Alexander está avergonzado.
-Libros.
-¿Libros? -asiente y toma un bocado de su comida -Ok... ¿Qué clase de libros?
-Largos, generalmente.
-Te crees gracioso, ¿eh?
-Yo no bromeo.
-¿En serio? -inquiero.
-Está bien, está bien. Me gusta leer historias de romance -casi me ahogo con mi agua -Lo ves, por eso no quería decirte.
-¡No me estaba riendo! -me dirige una mirada inexpresiva.
-Definitivamente lo hiciste.
-¡Nunca lo haría! Está bien, si lo haría, pero prometo que no me estaba riendo, me sorprendió, supongo -contesto.
-¿Por qué es tan sorprendente que un hombre lea sobre romance? -pregunta.
-Siempre eres tan serio y distante, no esperaba que fueras del tipo romántico.
-El hecho de que ahora esté soltero no significa que nunca haya estado enamorado.
La idea de Alexander enamorado me hace sentir incómoda.
Por alguna razón, siento que el estómago se me encoge ante la idea de que él esté con otra persona. Como si me leyera la mente, rápidamente me tranquiliza.
-Eso fue hace mucho y ella ya no está en mi vida, sin embargo, estuvimos juntos casi cuatro años.
-Es mucho tiempo.
-Lo fue, ahora, el único romance que me rodea es de las cazauniformes, no he tenido ninguna buena experiencia con ellas. Pueden llegar a ser... implacables -Alexander se estremece del disgusto y no puedo evitar reírme.
-Oh vamos, no todas pueden ser tan malas -me mira con los ojos entrecerrados, pero una sonrisa juguetona ilumina su rostro.
-No tienes idea.
-¿Estás diciendo que debería sentir pena de que al pobre Alexander Williams prácticamente se le arrojan las mujeres?, Liam parece disfrutar de la atención femenina que recibe por ser un senador, así que no veo por qué tú no lo harías también -una mirada ensombrecida se cierne en el rostro de Alexander.
-No me parezco en nada a tu esposo Alana, cuando me comprometo con alguien, eso es todo, no hay nadie más -me dice enojado.
-Son palabras bonitas, pero Liam me dijo lo mismo antes de casarnos -revuelvo mi bebida con la pajilla -Eventualmente, las cosas cambian, se queda más tarde en el trabajo o no llega a casa algunas noches, deja de importarme por completo.
-¿Así es como te sientes? -sorprendida, lo miro.
-¿Qué? Oh Dios no, no quise decir eso -intento reírme, pero incluso a mis propios oídos mi risa suena hueca.
Cuando levanto la vista veo a Alexander mirándome suavemente.
-¿Realmente es tan malo? -me encojo de hombros.
-Supongo que al principio no lo era, pero ahora que lo pienso, creo que Liam y yo nunca estuvimos realmente enamorados, quizás ambos teníamos objetivos similares en la vida, pero en algún momento sus objetivos se convirtieron en los mios, mientras olvide quién era yo. Asistí a Harvard sabes, estudie para ser abogada, incluso me gradúe con honores.
-¿Y qué paso? -le sonrió irónicamente.
-¿Alguna vez has intentado discutir con mi esposo? Es todo un político, Liam sabe cómo convencer a los demás de hacer lo que él quiere y hacerles creer que fue idea de ellos, en realidad es muy bueno haciendo eso.
-No entiendo por qué aún no lo has dejado, mereces algo mucho mejor Alana.
Alexander parece sorprendido por sus propias palabras y rápidamente cambia el tema.
-¿Has terminado de comer?
-Yo...
-Voy a pagar la cuenta y luego nos vamos -Alexander se para y se aleja de la mesa, dejándome completamente aturdida.
¿Qué acaba de pasar?
En el momento en que volvemos a la cabaña, el sol se está poniendo. No me había dado cuenta de cuánto tiempo estuvimos fuera, pero se siente bien haber vuelto.
El camino a casa fue silencioso, por decir lo menos, trate de hacerle más preguntas a Alexander sobre su vida, pero solo me daba respuestas cortas o las desviaba del tema. Al llegar al porche, veo una motocicleta estacionada junto a la cabaña.
Andrea L.
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El Guardaespaldas
Romance¿Qué sucede cuando el hombre que fue asignado a proteger tu vida de repente se convierte en lo único que más quieres? ✔Hermosos banners realizados por la @EditorialLatina