Capítulo 3.

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A la mañana siguiente, mi nueva sombra me sigue a todas partes

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A la mañana siguiente, mi nueva sombra me sigue a todas partes.

-Si vas a caminar tan cerca de mí, lo menos que puedes hacer es conversar conmigo. De lo contrario, te ves como un espeluznante acosador siguiéndome -le digo ya harta de que este callado.

-Si, señora.

¿Cómo puede alguien ser tan callado? ¿Nunca se aburre?

Toda la mañana he intentado iniciar una conversación con él, pero lo único que recibo son frases cortas o respuestas de una palabra.

-¿Siempre eres tan callado? ¿O soy yo quién saca este lado tuyo tan emocionante? -Alexander tuerce un labio antes de recomponerse.

-Solo estoy haciendo mi trabajo, señora -veo mi cafetería favorita cruzando la calle y me dirijo hacia ella.

Tal vez un desayuno te relaje.

Sonrió mientras le muestro el camino.

Diez minutos más tarde nos sentamos en una mesa desocupada con nuestra orden.

-¿Supongo que no eres un gran fan del desayuno?

-Un café es suficiente.

-Y lo tomas negro, que predecible -me mira levantando una ceja -¿Qué? No me veas así.

-¿Hay algo malo en ser predecible? -hago una pausa por el momento.

Esa es la frase más larga que me ha dicho en toda la mañana.

-Supongo que no, al menos ser predecible significa que eres puntual y confiable, las cuales son excelentes cualidades. Esta bien, siempre y cuando te diviertas de vez en cuando, ¿sabes? -Alexander le da un sorbo a su café.

-A veces le pongo crema solo para animar un poco las cosas -me río.

-Si, qué atrevido de tu parte.

Por lo menos tiene sentido del humor.

Él duda por un segundo, como si no estuviera seguro de si es grosero o no, pero luego decide hablar.

-Tú solo pediste un latte, ¿esa es tu rutina habitual?

-Eres muy observador, ¿eh? Pero tienes razón, usualmente también ordeno algo de comer, es solo que... todo este asunto de las amenazas anónimas me ha perturbado un poco. Es difícil creer que alguien amenazaría a Liam con mi vida, si se tratara de alguien cercano a él, sabrían que no tiene sentido, realmente no le importa lo que me pase -me obligo a sonreír -Siento haber dicho eso, espero no haberte incomodado.

-En absoluto, señora. Las relaciones tienen sus desafíos.

-Suenas como si hubieras pasado por algunos, ¿a tu novia le molesta que tengas que estar lejos tan a menudo? Disculpa si te estoy siendo entrometida.

-Realmente no tengo tiempo para relaciones en este momento, mis prioridades están en otro lugar -responde.

-Eso es inteligente -jugueteo con la taza de café en mi mano -¿Podemos pedir esto para llevar? Me gustaría irme a casa.

-Por supuesto.

💫💫💫

No pasa mucho tiempo antes de que estemos de vuelta en la casa, Alexander termino su café aún antes de dejar la cafetería, así que dejó el mío en la mesa.

Trato de pensar en algo que preguntarle.

-¿Alguna vez a intentado...

-Un momento, algo no está bien.

De repente un disparo atraviesa el aire, el jarrón en el mostrador se rompe y los fragmentos de vidrio salen volando por todas partes.

Atemorizada, me cubrió la cabeza con las manos mientras continúan lloviendo las balas. Alexander me tira al suelo y percibo el silbido del aire cuando una casi me roza el brazo, lo miro con los ojos muy abiertos y me doy cuenta de que acaba de salvarme de que me disparen.

-¡Tenemos que irnos! -me levanta y me protege con su cuerpo mientras comenzamos a correr hacia mi habitación.

Una oleada de presión sanguínea se agolpa en mis oídos, el corazón me late con fuerza por el miedo y corro lo más rápido que puedo, pero un dolor agudo me atraviesa el hombro y tropiezo.

Alexander reacciona con rapidez.

-¡Toma mi mano! -extiende el brazo y me lo ofrece, me pide con los ojos que confíe en él.

Extiendo mi mano y tomo la suya sin dudar, Alexander desliza el otro brazo bajo mis muslos y me levanta, cargándome como si fuera una recién casada, automáticamente le echo los brazos al cuello y oculto mi cara en su pecho.

Justo antes de que demos vuelta a la esquina, gruñe de dolor y tropieza.

-¡¿Alexander?! ¿Estás bien? -no me responde, pero su boca es una línea firme.

Llegamos al armario de mi habitación, donde cierra la puerta detrás de nosotros y me baja.

-Tengo que volver allí -dice.

-¡Pero te van a disparar!

-Tonterías, he pasado por cosas mucho peores que esto -a pesar de que habla con seguridad, percibo una ligera vacilación en su lenguaje corporal.

-El tirador no puede llegar aquí donde estamos, si sales, estarás en una gran desventaja -él mueve su cuerpo y su brazo accidentalmente roza mis senos, haciendo que el corazón me de un vuelco.

Inmediatamente desvía la mirada y trata de apartarse.

-Lo siento, este armario es demasiado pequeño para los dos.

-Tus músculos ocupan demasiado espacio -él no dice nada pero la comisura de su boca se eleva.

Fue contratado para mantenerte a salvo, pero no hay razón por la que no pueda acelerarte el corazón también.

Estira la mano para alcanzar la perilla.

¿Realmente me molestaría compartir este escondite con él? ¿Deberia decirle que se quede aquí conmigo conmigo y me proteja?

-Alexander... por favor, no vayas, estoy... -los disparos resuenan cuando las balas impactan la pared detrás de mí.


 -los disparos resuenan cuando las balas impactan la pared detrás de mí

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Andrea L.

El GuardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora