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La joven entró en la habitación y se acercó hasta la madre de Braeden, dejando un beso sobre su mejilla a modo de saludo.

—Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te vi, Lyssa.
—Diría que sí.

La nostalgia invadió la voz de Alyssa. Vaya que ha pasado un tiempo. Disipó esos pensamientos de su cabeza y volvió su atención a la mujer frente a ellos.

—¿En qué podemos ayudarle? —preguntó Alyssa con una sonrisa en los labios.
—Comeremos hamburguesas.

Una comida bastante común en California, y en todo Estados Unidos. No es que Alyssa las odiara, la realidad es que las amaba pero nunca habría pensado que la madre de Braeden sería de las que prefiere hacer algo sencillo a una comida bien balanceada.

—Tú y Braeden pueden ir cortando las papas para freírlas y los vegetales, yo iré friendo la carne y preparando los panes. —dijo la mujer antes de encaminarse a la estufa.

Braeden y Alyssa tomaron las papas, lechuga, jitomate, cebolla, dos cuchillos y dos tablas para picar todo.

—Yo cortaré las papas, tú haz lo demás. —señaló con el cuchillo, siendo cuidadosa de sus acciones.
—De acuerdo, jefa.

La castaña sonrió y tomó las papas, cortando primero por la mitad y luego en tiras más delgadas, repitiendo esa acción con todas las demás.

El sonido del cuchillo pegando contra la madera y el aceite sobre la sartén era todo lo que podía escucharse en la cocina. Cerca de 5 minutos más tarde, Alyssa acercó las papas cortadas hasta la mujer que se encontraba parada junto a la estufa.

—Aquí están.

—Gracias, cariño, en menos de media hora estará todo listo y podremos comer.

Alyssa asintió y volvió junto a Braeden, quien lucía bastante concentrado en hacer que cada rebanada fuese exactamente igual o bien, simplemente no podía seguir con la tarea.

—Braeden ¿has cortado vegetales antes? —le miró con sigilo tras arrebatarle el cuchillo de las manos, empezando a cortar ella misma la lechuga y las rebanadas de jitomate para poner en las hamburguesas.

—Ya te dije que soy el bebé de mamá.

Ambos rieron, la chica por la ternura que eso le causaba y el mayor por la vergüenza que le invadía en esos momentos.

Tal y como había dicho la madre del mayor, media hora más tarden ya se encontraban en la mesa, degustando de deliciosas hamburguesas y papas fritas junto a un buen vaso de Coca-Cola fría, la bebida favorita de la menor.

—¿Qué tal se encuentra tu madre? —preguntó la mujer.
—Oh, ella está bien, es decir, tan bien como puede estarlo.

Una sonrisa, que más que nada parecía una mueca; se dibujó en el rostro de la adolescente.

La madre de Alyssa y Braeden no eran muy cercanas, claro que hablaban y en ocasiones se saludaban pero sólo se quedaba en eso. En un tiempo habían sido un poco más cercanas, pero cuando el padre de Alyssa falleció y todo se vino en picada, su madre se había apartado y encerrado en su mundo, dedicando su vida al trabajo, sus hijas y de vez en cuando, buscar una pareja que le hiciera olvidar la soledad que invadía su alma.

—Espero que se encuentre bien, salúdala de mi parte.

Ella asintió y continuó concentrada en terminar la gran hamburguesa frente a ella.
Cuando la comida terminó ambos chicos ayudaron a juntar los trastos sucios y limpiar la mesa, algo que solían hacer cuando niños. Dando por terminada la limpieza, Alyssa tomó de la mano a Braeden y lo llevó hasta la estancia, lejos de su madre y donde ella no pudiese escucharles.

Just Braeden / Braeden LemastersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora