Gamer Love (Gold Edition)

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Levantarse para ir a la preparatoria es algo que a muchos chicos adolescentes les cuesta trabajo.

A mi no. Incluso me levanto antes de que mi alarma suene.

Y es que, a mis 17 años, soy el chico con más vitalidad de toda la preparatoria; por desgracia, según mi amiga Chaeyoung, desperdicio dicha vitalidad en videojuegos en vez de hacer cosas productivas.

En fin...

Era lunes cuando por fin logré superar la máxima puntuación de Space Invaders.

Me levanté cinco minutos antes de que la alarma sonara y me metí al baño a ducharme.

La rutina matutina ya era algo que hacía casi de forma automática que no veo necesidad de dar detalles de esta. Un vez terminé de prepararme ayudé a mi hermana pequeña Sana a terminar de arreglarse.

La relación que tenía con Sana podría catalogarse como buena, principalmente porque ella tenía siete años y era mi deber ser su guía mientras pudiera.

"Ya está" dije cuando logré subir el cierre de su chamarra

"Gracias hermanito" dijo Sana corriendo hacia la cocina

Me até la corbata y me eché un vistazo en el espejo. Una vez me di el visto bueno fui hacia la cocina donde Sana jugaba con su plato de fruta.

"Sana, por favor compórtate" dijo mi madre sin reparar en mi presencia de pie en el marco de la puerta, mis padres eran muy poco pacientes con mi hermana y conmigo, quizás era porque la edad les había arrancado esa vitalidad que mi hermana y yo compartimos.

Entré en la cocina y tomé mi desayuno: un huevo frito con tocino y un vaso con jugo de naranja.

"¿Quién me va a llevar a mi clase de baile?" Preguntó Sana con la boca llena.

"¡Cielo!" Gritó mi madre.

"¡Trabajo hasta tarde!" Gritó mi padre de vuelta.

"Y yo tengo club de costura" comentó mi madre en voz baja.

"Yo la llevo" dije.

Mi madre me miró con cierta desconfianza, hace un par de semanas olvidé recoger a Sana por irme a jugar al arcade que está cerca de la academia de baile donde va.

Aquél lugar era un paraíso para todo friki como yo, no solo puedes encontrar juegos para pasar el rato, tenían secciones especiales para juegos de cartas como Yu-Gi-Oh, incluso vendían cómics y mangas a precios increíblemente bajos.

Aquella ocasión me quedé jugando Pac-Man hasta pasadas las 7:00 hasta que mi madre me llamó preguntando si ya iba con Sana de camino a la casa.

En ese momento el pánico se apoderó de mí y me eché a correr hacia la academia de baile.

Al llegar Sana estaba sentada en el borde de la escalinata principal llorando, me disculpé con ella y como consolación le compré una ardilla de peluche que había pedido a gritos una vez que fuimos con mis padres a la juguetería.

"Prometo que no volverá a pasar" dije.

"¿Estás seguro?" Preguntó mi madre.

"Seguro" afirmé con una sonrisa.

"Eso espero, porque si vuelve a pasar estarás castigado hasta que termine el año."

Por más exageradas que suenen las amenazas de mi madre, siempre se cumplen al pie de la letra, una vez nos castigó a Sana y a mí sin ver televisión por dos meses por haber roto el jarrón que la madre de Chaeyoung le había regalado.