Prólogo

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La nobleza los miraba con admiración y respeto.

La duquesa los llamaba bastardas.

El hijo las llamaba angeles.

Los Emperadores quedaron cautivados con su belleza y su extraña forma de ser.

El duque los amaba más que a su propia vida.

Personas de sangre real.

Sin ningún bando al cual unirse, tratando a sus aliados como su familia y a los enemigos destruyendo les sus vidas.

Katerina y sus hijos, incluso si respiraban eran polémica.

Y eso les gustaba.

Los AlfireceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora